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Es un pueblo pequeño, con menos de quinientos habitantes, rodeado de cereales y olivares. Nada nuevo en el paisaje malagueño. Pero no hay que dejarse ... llevar por las apariencias y los tópicos. Serrato tiene algunos tesoros escondidos a la vista.
Sólo quien se adentre realmente en su territorio, entre el valle del Guadalteba y el parque nacional de la Sierra de las Nieves podrá descubrirlos.
Hay quien lo conoce desde hace más de una década como el 'pueblo 103', por ser el último en incorporarse como municipio, tras su emancipación de Ronda, después de un largo proceso burocrático. Por tanto, como villa, desde un punto administrativo, es la más joven de la provincia.
En lo que hoy es su término municipal se han encontrado importantes vestigios de las civilizaciones romana y andalusí. Eso sí, las piezas más valiosas hay que ir a buscarlas fuera. En concreto, la estatua bautizada como El Pastor de Serrato, se encuentra en el Ayuntamiento de Ronda, mientras que la Cabeza de Baco, se puede ver en el Museo Arqueológico Provincial de Málaga.
En el pueblo, los lugares de interés se limitan básicamente a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que no es un edificio muy antiguo, pero tiene su origen en otro anterior del siglo XVI, la Fuente del Caño y la pequeña y discreta ermita de los Remedios.
Al igual que ahora, estas tierras están en un lugar estratégico, en el valle del Guadalteba, pero, al mismo tiempo, en un cruce de caminos entre las comarcas de Antequera, la Sierra de las Nieves y la Serranía de Ronda. Pero sería un grave error quedarse sólo en estos lugares de interés.
Más allá del pasado de estas fértiles tierras, hay un elemento importante en su entorno natural. Hay que tener en cuenta para empezar que desde 2021 gran parte de su territorio pasó a formar parte de la Zona Periférica de Protección del parque nacional de la Sierra de las Nieves.
Basta recorrer los caminos que parten desde el pueblo hacia el sur para descubrir precisamente esos tesoros ocultos de Serrato. El que antes se encuentra es el conocido como Prado Medina, a un paso de su vecino Cuevas del Becerro.
Se trata de una extensa y fértil llanura de cereales que acentúa el verde entre los últimos meses del invierno y los primeros de la primavera. Es sólo una bonita antesala que ofrece poco después un bonito recorrido entre extensos bosques de pinos o incluso de encinas. A ello hay que unir manantiales que, salvo sequía extrema, hacen aportes importantes de agua al río Guadalteba, abruptos tajos y otras formaciones calizas que rompen la suavidad del paisaje que se le presupone a Serrato.
El conocido como Almorchón de Gutiérrez (también conocido como el cerro de las Peleas), la sierra de Santiago, el puerto de la Mesa, los cerros de Almanzora y de Alcaparrones o el conjunto de Siete Pozos son algunos de los nombres propios que se pueden ver si se hace la red de senderos que hoy tiene Serrato.
Desde el propio pueblo a través de recorridos sobre todo circulares se proponen caminos que muestran esos enclaves que, normalmente, sólo conocen los lugareños. En los últimos años se han habilitado senderos locales y rutas de pequeño recorrido, pero hay que recordar que también existen etapas del GR-7-E4 que unen por bonitos caminos a Serrato con algunos pueblos del entorno, como Cuevas del Becerro o Ardales.
Por su ubicación, entre montañas, el territorio de Serrato no es sólo rico en manantiales que han sido importantes a lo largo de siglos sino que también es un lugar idóneo para la observación del firmamento. Esto es posible gracias a la escasa contaminación lumínica.
Por otra parte, hay quien se mueve en su territorio para avistar algunas de las muchas aves que tienen allí su hábitat, desde rapaces a rupícolas.
Aunque en sus zonas más recónditas abundan el pino, la encina y muchas plantas aromáticas, hay una especie que brilla especialmente y que está en peligro crítico de extinción. Se trata de la morra, una alcachofa silvestre que durante muchos años se ha usado como alimento en la zona.
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