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Uno de los cañones más impresionantes de Andalucía, una abrupta franja litoral o un auténtico laberinto de rocas que han cobrado singulares formas. Son algunos de los enclaves que hoy en la provincia de Málaga están declarados como paraje natural, una figura que se antoja intermedia entre un parque y un monumento natural. El más occidental de todos ellos es el de Sierra Crestellina, en el pueblo de Casares. Este enclave, protegido especialmente por su singular geología y por la presencia de una amplia colonia de buitres leonados.
Se trata de una sierra caliza y abrupta, que se encuentra a un sólo paso del pueblo de Casares. Cuenta con una superficie aproximada de 471 hectáreas, tiene incluso algunos valiosos yacimientos arqueológicos. Desde la carretera se puede tener una bonita perspectiva de esta sierra, que suele ser sobrevolada por las aves carroñeras antes mencionadas. Es uno de los pocos espacios naturales de la provincia de Málaga que cuenta con un refugio de montaña, que gestiona actualmente la empresa EcoTourCasares.
Muy cerca de allí se encuentra el paraje natural de los Reales de Sierra Bermeja, que tiene también parte de su territorio en Casares, pero, en mayor medida en sus vecinos de Genalguacil y Estepona. A pesar del terrible incendio del pasado mes de septiembre, hoy sigue siendo un baluarte del pinsapo.
Con este nombre se conoce al espacio protegido que abarca 1.236 hectáreas en torno al pico de los Reales. Este enclave ecológico tiene una de las mayores concentraciones de peridotitas, minerales de origen volcánico. Este tipo de roca, rica en platino, otorga a estas sierras su característico color granate. En el corazón de la provincia de Málaga aguarda una de las joyas geológicas de la Península Ibérica, el Desfiladero de los Gaitanes Se trata de una impresionante garganta recorrida por el río Guadalhorce a su paso por este complejo rocoso, situado dentro de la sierra de Huma. Este impresionante cañón se puede recorrer hoy gracias a la rehabilitación y apertura al público del Caminito del Rey.
Hacia el este, la siguiente parada en este recorrido por los parajes naturales de la provincia de Málaga hay que hacerlo en el Torcal de Antequera, un conjunto de rocas calizas que cuenta con casi doce kilómetros cuadrados de superficie.
Gracias a la erosión del viento y la lluvia y a la naturaleza caliza de estas piedras, este espacio, protegido como paraje natural, se ha convertido en un verdadero museo de esculturas naturales, hasta el punto de que muchas de sus rocas se asemejan a seres vivos u objetos.
Los otros dos parajes naturales restantes están junto al mar. Es el caso de la Desembocadura del Guadalhorce, que aguarda en la zona más occidental del término municipal de Málaga.
En total, abarca unas 67 hectáreas, que lo sitúan como uno de los espacios protegidos de este tipo menos extensos. A pesar de ello, es muy rico desde el punto de vista ornitológico, ya que allí se pueden divisar más de 250 especies de aves durante todo el año.
Cierra la lista el paraje natural de los Acantilados de Maro, compartido en parte con Almuñécar (Cerro Gordo). En una estrecha franja de 12 kilómetros y con una superficie de más de 1.800 hectáreas se localizan abruptos cantales, que son, en definitiva, las estribaciones de la Sierra de Almijara.
Este complejo rocoso, erosionado por los elementos naturales, no sólo cobra originales formas sino que da lugar a numerosas calas bañadas por aguas cristalinas, que permiten ver con nitidez el fondo. Junto a su valor geológico, este paraje natural se caracteriza por su biodiversidad marina.
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