Es complicado encontrar una playa en la Costa del Sol Occidental que tenga aguas cristalinas que permitan disfrutar del buceo y que sea relativamente tranquila. Ese tipo de calas se antojan más frecuentes en otras zonas de la costa malagueña, como los extremos de litoral provincial.
Sin embargo, en Benalmádena se puede disfrutar de una de esas perlas que buscan los bañistas más alternativos en plena temporada estival. Su nombre, La Viborilla (también se suele ver en plural), no se antoja muy atractivo, pero la alusión a los reptiles pronto se olvida cuando se descubre este pequeño paraíso mediterráneo a tan sólo unos metros de la bulliciosa N-340.
Ha sido la propia naturaleza la que ha querido cobijar esta pequeña cala, que tiene apenas 150 metros de longitud. Las ásperas rocas han delimitado por su contorno, salvo el del mar, a esta playa tranquila.
A ello hay que unir una espesa vegetación, en la que predominan las palmeras y los ficus, que le dan un toque aún más exótico a esta playa benalmadense.
Gracias a ese aislamiento rocoso y botánico, en La Viborilla la banda sonora de las olas del Mediterráneo se imponen al fluido tránsito de vehículos de esta arteria histórica que lleva décadas uniendo el litoral malagueño.
Cómo llegar
En coche:
Por la antigua N-340 o Autovía del Sol hasta la zona de Torrequebrada en Benalmádena
En autobús:
Justo enfrente, al otro lado de la N-340, en Torrenueva se encuentra la parada de autobús interurbano. En concreto, se trata de la línea M-110.
Servicios
Aparcamiento:
No.
Chiringuitos:
Sí, Chiringuito La Viborilla y el restaurante El Trocadero.
Hamacas:
Sí.
Duchas:
Sí.
Longitud:
150 metros.
Anchura:
15 metros.
Arena:
Oscura y grava.
Nudismo:
No.
Enclaves de interés:
Junto a esta cala se encuentra la de Benalnatura, que es nudista.
Ocio:
Hay un bonito tramo de la Senda Litoral de Málaga.
Otro de los grandes atributos de esta playa de Benalmádena está en sus aguas. Éstas, que son cristalinas y ofrece un fondo azul y turquesa, son idóneas para disfrutar de la fauna y la flora marinas, que sorprende en esta zona de la Costa del Sol. Para muchos bañistas, junto a la toalla y la crema solar, en La Viborilla es imprescindible unas gafas de buceo para ver aunque sea parcialmente la vida submarina que hay entre sus ásperas rocas y sus oscuras arenas.
En los extremos de la cala hay una zona abrupta, pero, al mismo tiempo, atractiva.
J. A.
Esta cala tiene apenas 150 metros de longitud, aunque hay algunas guías que la extienden a un lado y a otro, a pesar de que existe una evidente separación física y natural.
Al oeste se encuentra la playa de Malibú, mucho más amplia y con aguas igualmente transparentes. Al este, se encuentra Benalnatura, una playa nudista, que se asemeja en tamaño y en fisionomía a la de Las Víboras.
El acceso a la cala no es complejo, porque entre la N-340 sólo hay un desnivel que se baja cómodamente por una zona peatonal muy bien acondicionada. El problema está en aparcar el vehículo en una zona tan concurrida y poblada en verano. La alternativa es utilizar el transporte interurbano, que tiene una parada justo a esa altura.
Una frondosa vegetación protege al arenal del bullicio de coches de la antigua N-340.
J. A.
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