Mollina, tierra de vinos y grutas al sur de la sierra de la Camorra

Es uno de los grandes reclamos que hoy tiene este próspero pueblo, que cuenta con un excelente acceso desde la A-92, que sirve para comunicar Málaga con Sevilla. Los viñedos y los olivares forman hoy buena parte del paisaje agrícola de este territorio, que es en su mayor parte llano, si bien hay notables excepciones, como la sierra de la Camorra, una montaña que se erige no sólo como mirador de esta comarca sino también como un enclave único en cuanto a cavidades.

Hoy esta formación geológica, que Mollina comparte con su vecina Alameda, se ha convertido en un santuario para los aficionados a la espeleología, gracias a la abundancia de cuevas explorables -más de treinta-. Entre ellas, hay algunas muy notables, como la de los Órganos, que sobresale especialmente por su tamaño. Con unos cien metros de profundidad y un kilómetro de recorrido, esta cueva atrae a numerosos aficionados a la espeleología, sobre todo para los que están empezando, ya que tiene uno de los accesos menos complejos.

Esa facilidad en su acceso ha propiciado que no se conserve como otras cavidades de esta parte de la sierra situada en el término municipal de Mollina. Aunque no hay pinturas rupestres, sí hay indicios de que la gruta era conocida desde hace siglos por los habitantes de la zona. De hecho, hay algunos pintadas del siglo XVIII. Además, hay incluso leyendas que están relacionados con un personaje histórico que murió a no mucha distancia de allí, el bandolero conocido como El Tempranillo.

Otras cavidades de esta sierra son las del Almirez, el abrigo de los Porqueros o la Rosa Chica. No todas son de fácil acceso y, en muchas ocasiones, están en terrenos de propiedad privada.

También se puede visitar en esta montaña la conocida como Torca de Mollina, una singular formación, en la que hay incluso un microclima singular, con especies vegetales tan especiales como el almez.

El patrimonio de Mollina también está en sus mencionadas bodegas, que son las de La Capuchina, Cortijo La Fuente y Carpe Diem (antigua Tierras de Mollina). No sólo hay vinos de gran calidad sino que en el caso de una de ellas se conserva incluso un valioso yacimiento arqueológico. Lo saben bien quienes han visitado la bodega familiar de La Capuchina, que tiene en su interior un mausoleo romano. Entre olivos y viñedos, se ven estos restos de este espacio funerario, en torno al que se encontraron distintos objetos, como ollas o platos. Para conocerlo hay que concertar visita con esta bodega de Mollina, que hoy no sólo elabora vinos de gran calidad sino también aceite de oliva virgen extra.

No muy lejos de allí, también en el término municipal de Mollina, se puede ver el 'castellum' de Santillán, una antigua fortaleza romana que fue usada entre los siglos I y III.

Este enclave está relativamente cerca del parque de Santillán, un área recreativa, a medio camino entre la sierra de la Camorra y el pueblo de Mollina. Frente a él se encuentra la ermita de la Virgen de la Oliva, patrona de esta villa. Este santuario es de una construcción relativamente reciente, pero es uno de los tantos lugares emblemáticos para los mollinatos.

Otro aliciente importante para visitar Mollina es el Museo Internacional de Arte Belenista, mucho más cerca ya del casco urbano. Hace más de un lustro que abrió sus puertas esta colección, que hoy se considera como una de las más importantes del mundo en su temática, los belenes.

Con una exposición de más de cinco mil metros cuadrados, se pueden ver más de setenta belenes artísticos y dos millares de figuras elaboradas por reconocidos autores. Aunque puede parecer una museo estacional, se puede ver todo el año, gracias a que tiene otros atractivos, como una colección etnográfica.

La visita a Mollina hay que completarla por un paseo urbano, donde hay oros hitos interesantes: la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva y el convento de la Ascensión.