Istán, el pueblo malagueño que forjó una sólida alianza con el agua

Pero, el agua es el elemento fundamental que hace de Istán un pueblo especial. El líquido elemento está presente en cada uno de los rincones de esta villa. No en vano, en su propio casco urbano se puede hacer a pie una bonita ruta por sus fuentes.

Las acequias, hoy muchas de ellas soterradas, acompañan a los pasos de los visitantes y hacen intuir el camino a seguir. Así, hay un itinerario con sentido entre fuentes y manantiales que evidencian la riqueza hídrica que hay en estas montañas del sur de la Sierra de las Nieves.

En este recorrido tan singular, la principal parada hay que hacerla en El Chorro, un conjunto conformado por un antiguo lavadero y una fuente con siete caños (en su día llegó a tener ocho).

Desde allí es casi indiferente el sentido a seguir, porque no habrá que dar muchos pasos para ver una fuente o intuir una acequia bajo el suelo que se pisa.

En paralelo, se puede hacer otro itinerario que indirectamente también guarda relación con el agua, el de los miradores. Gracias a su ubicación elevada, en el perímetro del casco urbano hay distintos balcones naturales que permiten divisar saltos de agua del río Verde o de algunos de sus afluentes.

Uno de los enclaves con mejor perspectiva es el que se conoce como el del Tajo Banderas, situado en uno de los extremos del casco urbano, donde en otros siglos se colocaban los estandartes de aquellos que pugnaban por tomar el pueblo. Desde allí, se pueden ver todas las sierras que rodean a la localidad, el cauce del río Verde y su desembocadura en el pantano de la Concepción.

A pocos metros de allí, sobre un cerro, se encuentra el mirador de Las Herrizas, donde se percibe con mayor nitidez la belleza del valle del río Verde. Dentro del pueblo, también hay otros balcones naturales integrados dentro de esta curiosa ruta, como el del Azufaifo, desde donde se puede ver el nacimiento del río Molinos. Este enclave se encuentra a tan sólo un paseo desde el casco urbano.

Mucho más cerca se encuentra el área recreativa de El Coto, donde se pueden ver las acequias que dejaron como legado los antepasados andalusíes de Istán. Éste es, además, un paso obligado para quien decida adentrarse en la conocida como Cañada del Infierno.

Refugiado entre las laderas de las sierras Blanca y Real, el blanco casco urbano de Istán también es el punto de partida para disfrutar de otros senderos ribereños que tienen entre sus objetivos alcanzar algunos de los lugares más emblemáticos del río Verde, que es el que nutre al pantano de la Concepción. Entre ellos, se encuentra el recorrido que lleva hasta el llamado Charco del Canalón, al que se accede desde el propio pueblo. En este punto, se puede disfrutar de una pequeña cascada artificial gracias a las aguas que se derraman de una canalización de regadío. En verano, es un lugar muy frecuentado tanto por vecinos como foráneos. En el camino hacia esta poza de aguas cristalinas se pueden ver algunos puentes colgantes. Otra opción en la que hay que invertir menos tiempo y es fuerzo es la que lleva desde el casco urbano hasta el Charco de la Huerta, menos espectacular que la anterior, pero igualmente con aguas cristalinas que dejan ver el fondo del río Verde.

Además, Istán cuenta con un interesante patrimonio arquitectónico, gracias a la importancia que tuvo en su pasado la resistencia de los moriscos. Así aún se conservan los restos de un torreón andalusí, el de Escalante, en el que se cuenta una de las historias más apasionantes de la Edad Media o la iglesia de San Miguel, el principal templo de la localidad.