Es un eje fundamental para entender el paisaje axárquico. El Vélez, que se alimenta de aguas de distintos arroyos y ríos, que nacen entre las sierras de Alhama y de Tejeda, es un curso fluvial que muchos ponen en el mapa por su delta, un ... paraíso para la observación de aves junto a Torre del Mar.
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Pero más allá de este ecosistema, forma un valle, hoy conocido como la Hoya de Vélez, que aglutina extensos campos dedicados a los subtropicales (sobre todo aguacates), pero también algunos enclaves con mucha historia, que están situados entre la propia 'capital' de la Axarquía y otros municipios vecinos.
Salvo excepciones, hoy la retina se ha acostumbrado a ver su cauce seco, ya sea por la escasez de agua o por el uso de ésta para el regadío. Junto a la carretera de Vélez-Alhama (A-356), según se sube, a la izquierda queda el río, que propone algunos hitos interesantes, como un vetusto puente, por el que hoy ya no se puede pasar sobre uno de sus afluentes, el mencionado Guaro.
Pero, además, en este gran valle agrícola aguardan poblaciones que no tienen tanto interés turístico como otras de la comarca, pero sí pueden ser idóneas como lugar de residencia.
Es el claro ejemplo de Triana, nombre inspirado en el célebre barrio sevillano por estar al otro lado del río. En este caso, de otro afluente importante del Vélez, el Benamargosa. Allí, aguarda esta pequeña y acogedora aldea que tiene su origen en el núcleo primitivo de La Zorrilla, en la otra ribera. Hoy es una zona residencial pequeña y codiciada por quienes buscan la tranquilidad en el medio rural.
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Más al este se encuentra El Trapiche, conocido por ser la sede de Trops, la compañía malagueña más importante en el sector del aguacate, o por estar situado junto al aeródromo de Vélez. Pero más allá de estos lugares, este núcleo, al igual que el de Triana, es conocido especialmente por su carácter agrícola. Así nació hace ahora tres siglos, en torno a un ingenio de caña de azúcar o trapiche, que sirvió para darle nombre. En torno a él, se fueron construyendo casas de agricultores. Hoy, por eso, no extraña que allí haya una iglesia dedicada a San Isidro Labrador, patrón del campo. Este pequeño templo es del segundo tercio del XIX, lo que lo convierte en la construcción más antigua.
Hay otras localidades importantes que ya no pertenecen a Vélez-Málaga que miran a esta cuenca, como es el caso de las aldeas de Los Gómez (La Viñuela) y El Salto del Negro (Cútar) y los pueblos de Benamargosa y Benamocarra.
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Pero, además, hay grandes hitos que se encuentran en una zona relativamente elevada que permiten tener una buena perspectiva de lo que se conoce como Hoya de Vélez. Es el caso de la torre Atalaya, situada en el límite entre los municipios de La Viñuela y Vélez-Málaga. Hasta allí se puede llegar a través de una bonita ruta de senderismo desde la aldea de Los Romanes, que mira al gran embalse de la Axarquía.
Se trata de una torre almenara que se construyó en la última época del antiguo Al-Ándalus (siglo XV), con el fin de prevenir posibles invasiones desde la costa. Aunque se abandonó cuando la zona fue tomada por las tropas cristianas, en 1485, jugó un importante papel para el reino nazarí, ya que servía de comunicación con otras torres costeras y el castillo de Zalia, situado frente al casco urbano de Alcaucín.
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Tiene casi diez metros de altura y está construida con piedras de pizarra. Según una leyenda, se levantó en una noche con rocas del entorno y agua del río Guaro. Como ésta, había otra muy similar en el cerro Agudo, aunque esta última fue destruida totalmente.
Desde La Atalaya se pueden ver muchos pueblos de la Axarquía, tanto del interior como de la costa, así como las cimas del parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, el embalse de La Viñuela, el propio valle del río Vélez o los Montes de Málaga.
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No muy lejos de allí se encuentra un templo exótico, la estupa de Kalachakra, que pertenece al centro budista Karma Guen. Tanto esta construcción como La Atalaya se pueden conocer a pie desde la antes citada aldea de Triana, que se encuentra a tres kilómetros de ambas. No es un sendero oficial, pero sí un camino muy intuitivo, que se puede hacer a primera hora del día o a última de la tarde.
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