Torcal de Antequera: el laberinto esculpido por la naturaleza durante milenios

Este complejo kárstico, que tiene como espacio protegido casi 12 kilómetros cuadrados de superficie, tiene su origen en el periodo jurásico, hace 175 millones de años, cuando este enclave, situado a más de mil metros de altura, estaba cubierto por el mar de Tethys.

Este conjunto de rocas calizas se divide en cuatro zonas bien diferenciadas: Sierra Pelada, Tajos y Laderas, Torcal Alto y Torcal Bajo. Los dos últimos son los más llamativos desde el punto de vista geomorfológico. Así, se localizan grandes piedras que han sido bautizadas con apelativos que definen sus originales formas, objetos o seres vivos. Estos son los casos de rocas como la Maceta, el Camello, el Sombrerillo, la Cara de Perro, las Siete Mesas, y así hasta una infinidad de esculturas naturales que esperan ser descubiertas por la mirada del hombre.

Pero la figura más llamativa es la que recibe el nombre de El Tornillo, que cuenta con el estatus de monumento natural de Andalucía. Además de este reconocimiento institucional, esta gran roca de forma inverosímil se ha convertido en todo un emblema para El Torcal, gracias al resultado que la lluvia y el viento han conseguido darle. También resultan curiosos los corredores o callejones, a veces de muy estrechas dimensiones, pero que permiten adentrarse en el corazón de este karst.

La elevada situación de este paraje natural lo convierte en un espléndido balcón desde donde contemplar paisajes únicos. Así ocurre con el Mirador de las Ventanillas, desde donde se divisa el valle del río Campanillas y la población de Villanueva de la Concepción. En los días más claros también se alcanza a ver el continente africano.

El valor ecológico de El Torcal es muy elevado, gracias a las más de 600 especies botánicas que se han localizado. En lo que se refiere a fauna, se pueden encontrar mamíferos como el zorro o la cabra montés. A este último ejemplar es fácil avistarlo, siempre y cuando se pasee con sigilo. Más fácil resulta ver las numerosas aves rapaces que anidan en este sistema rocoso.

Este enclave ecológico se puede visitar en cualquier época del año, incluido el verano. De hecho, es uno de los grandes protagonistas del ciclo Luz de Luna, con numerosas actividades en este paraje, como rutas al anochecer o observaciones astronómicas.