No se puede llegar por autovía. De hecho, hay que andar bastantes metros a pie para llegar hasta allí. Pero hay quienes se ven recompensados con creces cuando llegan a esa piscina natural que es la Presa del Dique, una poza del río Turón, en territorio de El Burgo.
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Hay quien desiste al ver que desde Málaga hasta este pueblo de la Sierra de las Nieves hay algo más de una hora de carretera. Y eso sin ver el último tramo sinuoso tanto si se va desde Ardales como si se hace desde Casarabonela o El Burgo.
No hay pueblo de montaña que esté exento de curvas. Es cierto que la carretera que hay a partir de Ardales ha mejorado mucho en los dos últimos años. Se han eliminado baches y se han ensanchado algunos tramos. Pero de sinuosa sigue igual.
Si a alguien se le ocurre hacer una parada en El Cruce, a la entrada de Ardales, para desayunar su famoso plato con huevos fritos, cebolleta y chorizos del terreno antes de acometer el último tramo y es propenso a marearse en el coche, mejor que se lo piense, al menos, un par de veces.
Las curvas de la carretera no son para tomársela a broma. Y menos si se va detrás del copiloto.
Es el peaje que muchos bañistas de agua dulce tienen que pagar, porque no hay poza o charca de río que esté en un sitio con cómodo acceso. Al menos, en la provincia de Málaga.
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'Quien quiera peces que se moje', que dice el refrán. No hay que tomárselo por su sentido literal, porque para empezar a los pocos cachuelos que nadan libremente en el Turón no hay ni que molestarlos.
Pero para poder llegar a una de las mejores piscinas naturales del interior de la provincia de Málaga hay que invertir un buen trayecto de carretera para llegar al pueblo de destino.
No debería ser muy complicado aparcar en las calles más cercanas al acceso del río. Porque después de las curvas, viene esos sí un buen paseo a pie para llegar hasta la Presa del Dique. Hay dos opciones para ello. Una se hace por un carril ancho de tierra por un tramo de la Gran Senda de Málaga, donde no se puede circular en coche. Antes se podía, pero ahora está terminantemente prohibido. Con esta regulación, se consigue que la Presa del Dique esté mucho menos concurrida que en veranos anteriores, pero también que el primer baño de los excursionistas sea de polvo.
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El río queda a la derecha y es el camino más soleado, por decirlo suavemente en pleno verano. Pero, también es el que parece ir más directo hacia ésa y otras pozas del Turón.
La otra alternativa es una ruta accesible, sin barreras, que lleva el nombre de Manolo El Cantaor, donde ahora el Turón queda a la izquierda.
El trazado es llano y en umbría, pero ese sendero oficialmente no llega hasta la Presa del Dique. Todo lo que tiene el itinerario de cómodo se acaba y hay que afrontar un tramo salvaje por una ribera que se ve que es transitada, pero que hace que más de uno pase un mal momento. Menos mal que tras unos cuantos metros se intuye primero y se ve después la ya icónica imagen de los chorros de agua cayendo sobre esta charca.
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Lo que se construyó en su día como una presa para contener la fuerza del Turón hoy proporciona una piscina natural. Lleva años siéndolo para muchos burgueños y otros vecinos del entorno, pero también es cierto que la piscina artificial está mucho más cercana de sus casas y está menos frecuentada por forasteros que van buscando este remanso de paz en este pueblo del parque nacional de la Sierra de las Nieves.
No hay un arenal donde tumbarse con la toalla bajo el sol. Tampoco es algo que vayan buscando la mayoría de los bañistas que llegan allí.
Hay quien de forma irresponsable decide hacer saltos poco recomendables desde la propia presa. No todo vale para presumir en redes sociales.
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«No está tan fría», dice uno. «No tan», resalta otro. Aquí no hay olas ni aroma a espetos, pero sí una poza de agua más o menos cristalina que ofrece cierta tranquilidad. Sobre todo en días laborables y antes del mediodía.
La prohibición de acceder en coche por el carril de tierra ha provocado una agradable reducción de bañistas. «La masificación de antes ya no se da tanto», destacan desde la oficina de turismo de El Burgo.
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Allí reciben consultas sobre el estado del río y de esta charca en concreto. No vaya a ser que se haga un camino de más de una hora por sinuosas carreteras en balde. «El día que la poza de la Presa del Dique no tenga agua habrá que preocuparse», responden.
Pero, tampoco hay que olvidar que en El Burgo hay mucho más que ver y hacer en verano. Desde saborear tapas a un precio impensable en el centro histórico de Málaga a descubrir algunos pedazos de su castillo que hacen de paredes de casas.
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