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Sorprendentes miradores del litoral y del interior, ventas con muchas décadas de historia e incluso un valioso museo etnográfico son algunos de los lugares imprescindibles para conocer en el parque natural de los Montes de Málaga, un valioso espacio protegido que antaño se dedicó a usos agrícolas y hoy es un pulmón verde para el área metropolitana. Se trata de un bosque mediterráneo con cerca de cinco mil hectáreas de superficie, ubicado entre el término municipal de Casabermeja y la ciudad de Málaga, pero también con parte del territorio de Colmenar. Este macizo montañoso, además de proteger a la capital de la Costa del Sol de inundaciones, ofrece muchas posibilidades al visitante. Éstas son algunas de ellas:
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A través de la ruta de senderismo que parte desde el área recreativa El Cerrado se puede llegar a este emblemático mirador de los Montes de Málaga, aunque también existe una forma más rápida de llegar, ya que desde la carretera principal hay un camino más corto que lleva hasta allí. Eso sí, el problema es encontrar un lugar para dejar bien estacionado el vehículo. Lo tienen más fácil quienes van en bicicleta. En cualquier caso, éste es uno de los grandes emblemas de este parque natural. Desde allí se tiene una bonita vista de la ciudad de Málaga.
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Frente al hotel Humaina, se encuentra este espacio habilitado con bancos y mesas y zonas de barbacoas (no se pueden usar durante parte del año por el peligro de incendios). Aunque este espacio tiene algo de pendiente, es un lugar idóneo no sólo para disfrutar de un almuerzo o echar un día de campo sino que también es el punto de partida para hacer una ruta de senderismo circular que lleva hasta el antes citado mirador del Cochino.
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Es uno de los enclaves más conocidos por los aficionados a la bicicleta en Málaga, ya que para llegar hasta allí tienen que afrontar previamente la exigente subida por la conocida precisamente como Cuesta de la Reina. Su denominación, que está documentada desde hace siglos, ha dado pie a la leyenda que dice que Isabel La Católica bebió agua de ella antes de tomar Málaga. Sin embargo, lo más creíble hoy es que el vocablo 'Reina' provenga del árabe, de palabras como Rayyana o Rayya. Junto a la fuente, hay una venta que toma prestado el nombre, que también se refiere a un cerro o monte que se encuentra a sus espaldas. Es uno de los sitios más buscados cuando cae nieve en la provincia, ya que su altitud (más de 900 metros sobre el nivel del mar) hace muy probable que se vea allí un manto blanco.
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Con este curioso nombre se denomina a uno de los miradores más espectaculares de los Montes de Málaga. Su denominación proviene de una finca donde había muchos viñedos en una época en la que buena zona era de cereales. Por eso, según la creencia, se le denominaba como la del 'poco pan y mucho vino'. Para acceder hasta allí hay una ruta de senderismo que en su último tramo obliga a salvar una empinada cuesta, que se hace en parte por un cortafuegos, en el que las piedras sueltas no son precisamente de mucha ayuda. Eso sí, tanto esfuerzo tiene su recompensa con unas vistas panorámicas únicas en este espacio protegido. Junto a una pequeña casa-refugio de piedra, se pueden ir viendo, especialmente en los días claros, algunas de las sierras más importantes de la provincia de Málaga, como el Jobo, Camarolos, las Cabras, el Torcal de Antequera o los tajos de Gómer y Doña Ana, estos últimos en la Alta Axarquía.
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En los Montes de Málaga, también se puede visitar uno de los establecimientos más antiguos de la provincia de Málaga. Además de tener aproximadamente tres siglos de historia, llama la atención su exótica denominación: Galwey. Distintos archivos históricos parecen demostrar que se trata del apellido de su fundador y primer propietario, el irlandés Eduardo Galway. Situada después del Puerto del León, esta venta, además de unas vistas panorámicas generosas, cuenta con un sabroso repertorio tradicional de la zona, como las migas, el lomo en manteca y platos de los Montes. A esos platos hay que unir otros con carne de caza, que es una de sus especialidades. Allí se pueden probar, por ejemplo, el jabalí en salsa de almendras o un venado que se deshace en la boca. Cuenta en su interior con una chimenea para los días más fríos. Eso sí, no es ni mucho menos la única venta tradicional que se conserva en la carretera de los Montes.
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Entre los rincones más emblemáticos de este espacio protegido se encuentra el ecomuseo del Lagar de Torrijos, que fue construido a mediados del siglo XIX, situado junto a una amplia área recreativa y una de las rutas de senderismo antes mencionada. Este espacio etnográfico es idóneo para conocer la historia de este parque natural, vinculado a lo largo de su historia a la agricultura más tradicional. No en vano allí se pueden ver vigas y prensas que eran necesarias para la elaboración de vino y aceite de oliva o incluso hornos para hacer pan. No es ni mucho menos el único lagar o cortijo que se puede encontrar dentro de este pulmón verde de la ciudad, que tanto patrimonio natural, histórico y etnográfico atesora en sus entrañas. Junto al antiguo lagar hay un área recreativa con el mismo nombre, así como un pequeño sendero homologado.
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Además de los de Pocopán o del Cochino, hay otros miradores importantes dentro del parque natural de los Montes de Málaga. Entre ellos, está el que lleva el nombre de José Martínez Falero, el ingeniero que se considera como artífice de lo que hoy es esta gran masa forestal, que no sólo es un gran pulmón verde para la ciudad de Málaga y su área metropolitana sino también un elemento fundamental para evitar la erosión de esta sierra y las inundaciones del Guadalmedina. Fue en el año 1930 cuando Martínez Falero redactó un proyecto fundamental para convertir esta zona anteriormente agrícola en un gran pinar de reforestación. Para llegar hasta allí se puede ir desde el sendero de Torrijos. De esta forma, habría que llegar primero hasta el abandonado lagar de Santillana y después subir una empinada cuesta para disfrutar de las vistas de un espeso pinar.
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En el corazón de los Montes de Málaga, se puede visitar este aula de la naturaleza, orientado hacia la educación ambiental. En un edificio restaurado del siglo XVIII, allí se pueden hacer distintas actividades relacionadas con el medio ambiente. Cuenta con instalaciones muy equipadas, que incluye desde una pista multideportiva o una piscina hasta un observatorio nocturno de la fauna autóctona o un jardín botánico. Para llegar hasta allí hay que tomar el desvío de la Fuente de la Reina y posteriormente tomar un carril que lleva directamente hasta el aula de la naturaleza. Para disfrutar de las actividades que allí se realizan hay que reservar las instalaciones o plazas en algunos de los talleres con antelación.
*Otros enclaves que se pueden visitar en el parque natural de los Montes de Málaga son los miradores del Palomar y de Vázquez Sell, el puerto del León, algunos tramos del acueducto de San Telmo, la cascada de arroyo Aventura (sólo visible tras abundantes lluvias) o el lagar y la fuente de Jotrón.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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