Adaptación. La roca se ha integrado de modo ingenioso en el casco antiguo de Montejaque. J. A.

Montejaque, el casco antiguo de la Serranía de Ronda que supo convivir con las rocas calizas

El Barrio Nazarí es un laberinto trepidante, que ha sorteado a lo largo de siglos piedras de cualquier tamaño para crear un casco antiguo realmente espectacular

Viernes, 5 de julio 2024, 00:14

Tiene buena parte de su territorio dentro del parque natural de la Sierra de Grazalema, un recorrido vertiginoso junto a un pantano que nunca llegó a embalsar agua y una de las cuevas más espectaculares de toda Andalucía. Montejaque es uno de los pueblos malagueños ... que más pueden presumir de paisajes y adrenalina. Desde la Cueva del Hundidero a los Llanos de Líbar pasando por la presa de los Caballeros (y la vertiginosa vía ferrata que ha estrenado hace tan sólo unas semanas). Pero, ni siquiera todos esos atractivos pueden eclipsar a una de las joyas arquitectónicas de la Serranía de Ronda. Es uno de esos pueblos que hizo en su día un pacto con la roca caliza, a la que integró en sus propias calles.

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Esta peculiaridad, que se puede ver en mayor o en menor medida en otras villas de su entorno –sin ir más lejos, en la vecina Benaoján–, se puede ver perfectamente en el conocido como Barrio Nazarí, un entramado de calles ascendentes situadas detrás del ayuntamiento, junto a la plaza de la Constitución y a un paso de la iglesia de Santiago El Mayor.

Para tener una perspectiva que explique la alianza del pueblo con la geología se puede ir a la ermita de la Escarihuela

Ahí comienza un recorrido intenso y trepidante, donde las piedras de esta sierra son un elemento más. En algunos casos, de una forma más discreta, en otras, todo lo contrario. La roca, sin complejos, está integrada en un casco antiguo, donde no sólo sobresale la blancura de las fachadas o las tejas antiguas. Es un laberinto donde hay que dejarse llevar, siempre en ascenso, desde la propia plaza principal.

De esta forma, el camino se dirige hacia el mirador del Castillo, que, en realidad, muestra uno de los 'karsts' de los que puede presumir Montejaque, que hace siglos que decidió integrar a las piedras calizas, en lugar de apartarse de ellas.

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Hitos. Pocas son las calles de esta zona de Montejaque donde las piedras no estén presentes. J. A. A

Ese balcón natural, que hace de transición con la sierra, es el objetivo. Pero conviene no tener prisas para llegar a él y recrearse con la presencia de las piedras. Muchas están en las calles más sinuosas y estrechas, pero hay una en particular que permite uno de los pocos espacios abiertos de este casco antiguo, reclamando su protagonismo. De esta forma, el Barrio Nazarí es uno de los sitios que hay que visitar si se acude a este pueblo de la comarca de la Serranía de Ronda.

En pleno verano, las excursiones a pie hay que hacerlas a primera hora de la mañana o a última de la tarde para evitar exponerse demasiado al sol. Además del Barrio Nazarí, conviene subir a la ermita de la Virgen de la Escarihuela, situada justo en frente del casco urbano. Desde el cementerio municipal hay que hacer una subida de unos 800 metros de longitud para llegar hasta esta capilla. Desde allí, o durante el ascenso, se podrá ver una perspectiva que explica la alianza de Montejaque con la roca.

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Las piedras calizas también son protagonistas de otros paisajes del entorno de Montejaque. Un buen ejemplo es el complejo geológico de los Llanos de Líbar, que es una de las joyas del parque natural de la Sierra de Grazalema. Este impresionante espacio, que está situado a unos mil metros de altitud sobre el nivel del mar, es un escenario rocoso que Montejaque comparte con Benaoján y Cortes de la Frontera.

Hay un camino ascendente que lleva desde el propio pueblo hasta allí. Gracias a ello se entra en un territorio calizo, donde se pueden ver fenómenos geológicos tan espectaculares como un 'polje' (depresión) o un 'karst'.

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Ubicación. El propio núcleo urbano parece estar incrustrado en una fabulosa zona kárstica. J. A.

Las calizas también son fundamentales para entender el complejo compuesto por la antes citada Cueva del Hundidero y la Presa de los Caballeros. La primera tiene una boca que impresiona con sus más de cincuenta metros de altitud. El segundo, con más de un siglo de historia, nunca llegó a embalsar agua, porque ésta se filtraba y continuaba un recorrido nocturno por la gruta.

Hoy ese complejo geológico es accesible. Se puede llegar a la cueva haciendo una importante bajada y a la presa a través de un vertiginoso pasaje. A partir de allí se puede hacer incluso un recorrido más trepidante, con un puente colgante incluido, que es sólo adecuado para habituados a la vía ferrata. Es decir, llevando un equipamiento técnico adecuado y con experiencia previa.

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