Rincones, plazas y miradores junto a la ribera del Guadalete
Grazalema ·
La antigua ermita del Calvario, la iglesia de Nuestra Señora de la Aurora o el balcón de los Asomaderos son algunos de los hitos de este entrañable pueblo gaditano
No hay atajos para llegar hasta Grazalema. El viajero se enfrentará por un lado o por otro a sinuosas curvas de una carretera de montaña, que paulatinamente va ofreciendo estampas del pueblo y de su entorno verde, incluso en la segunda mitad de la primavera. ... No en vano, incluso en esta pertinaz sequía, sigue siendo uno de los puntos donde la pluviometría es más generosa.
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El casco antiguo puede antojarse pequeño si se compara con otras poblaciones andaluzas, pero se necesitan muchas horas para recorrer como se merece este pequeño laberinto de reminiscencias andalusíes. Habrá que afrontar sin titubeos sus calles empinadas para encontrar esas fachadas anónimas que hacen que un pueblo como éste tenga la declaración de uno de los 'Más bonitos de España'.
Las coloridas macetas, los adarves que recuerdan que muchas de las viviendas tienen siglos de vida o incluso un llamativo y espigado cactus son algunos de los hitos que no son monumentos, pero que merece la pena llevarse como recuerdo en una cámara fotográfica o simplemente en la retina. De rincones también está repleto el entorno de la plaza de España, el corazón de esta villa con alma que ve nacer al río Guadalete y que es una de las perlas del parque natural de la Sierra de Grazalema.
Con una bulliciosa zona peatonal, donde las terrazas de algunos establecimientos dan vida al pueblo, ésta es la plaza principal y casi la que da la bienvenida a muchos turistas. Conviene haber dejado el coche bien aparcado antes y dar un paseo sosegado tanto en este espacio urbano, como en sus alrededores. Llama la atención por su sobriedad y por no estar encalada la solemne iglesia de Nuestra Señora de la Aurora, uno de los templos que tiene este pueblo. Es, sin duda, uno de los enclaves de Grazalema que más episodios convulsos ha visto desde su construcción a finales del siglo XVIII: Desde la lucha encarnizada de los vecinos de la villa contra las tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia (1810) hasta el incendio que sufrió y mermó su patrimonio tras la victoria del Frente Popular en 1936.
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Esta villa andaluza ofrece un recorrido intenso por balcones naturales y fachadas anónimasllenas de colorido
Además de este templo, hay otros tres importantes en el recoleto casco urbano de Grazalema: El de Nuestra Señora de la Encarnación –el más antiguo de todos–, el de San Juan y el de San José. A ellos hay que unir la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, junto al cementerio local, uno de los camposantos mejor cuidados de Andalucía.
También habría que considerar la visita a los restos de una antigua ermita del Calvario, en la sierra del Endrinal, que da sombra al pueblo durante las primeras horas de la mañana. Hay un pequeño camino empedrado, que, no sin esfuerzo, permite llegar a lo que queda de esta antigua capilla, que fue destruida también en los violentos sucesos de la primavera de 1936. Hoy sus muros sirven para que por ellos suban yedras y para recordar la convulsa historia del país.
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Este antiguo santuario es uno de los hitos que se pueden visitar en este breve itinerario senderista. Tras él, es recomendable acercarse al conocido como Mirador del Santo, donde se puede ver sobre un monolito una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Para llegar hasta allí hay que subir una empinada y empedrada cuesta, pero merecerá la pena no sólo por ver este hito religioso sino también por la espectacular vista que se tiene del pueblo de Grazalema.
No es ni mucho menos el único mirador que tiene esta villa gaditana. En el propio casco urbano hay otros imprescindibles para entender el valor paisajístico de esta localidad, como son el de los Asomaderos, junto a la oficina de turismo y a un paso de la citada plaza de España, o el de los Peñascos, llamado así por ofrecer una imagen abrupta de un territorio especialmente rocoso.
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Son sólo algunas excusas para recorrer este pueblo, que no pierde su encanto ni siquiera cuando la afluencia de visitantes es elevada. Sus fuentes con historia, los bares y restaurantes que ofrecen tapas y raciones tradicionales o su calzada medieval son otros motivos para recorrer este pueblo.
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