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Fue rescatado del olvido y recuperado, en principio para un uso familiar, pero ha terminado siendo una de las embarcaciones que han emocionado a muchos malagueños y turistas. Zostera es un catamarán hecho en Almayate Alto (Vélez-Málaga) que se ha convertido en un trampolín a una de esas experiencias que hay que contar después de volver de unas vacaciones.
Como esta sección veraniega, que muy pronto acaba, a bordo de esta embarcación hay que ir ligeros de equipaje, pero no hay que olvidar la toalla. Será imprescindible para quienes deseen darse un chapuzón de aguas transparentes a varios kilómetros de las playas de la Axarquía. En pleno verano, se propone un baño excitante, fuera de lo común, pero con la seguridad que dan flotadores y cuerdas a las que agarrarse.
Los más felinos evitan bañarse hasta aquí, pero la toalla les vendrá bien para acomodarse en la parte delantera de este catamarán, que cuenta con una amplia y confortable colchoneta donde tomar el sol y llevarse alguna foto de postureo. No hay vacaciones estivales sin imágenes que idealizan el verano y el descanso. A partes iguales.
Hay quien prefiere un poco más de emoción y frescura y se coloca encima de una red que le permite ver a sus pies el azul de un mar radiante. Muchos no quitan ojo por si pueden ver una criatura marina en esas aguas cristalinas. El Zostera no promete, pero avisa. Se pueden ver delfines en muchas de sus excursiones, ya sea en una modalidad sencilla de apenas dos horas o en largas excursiones que llegan a los Acantilados de Maro e incluyen un generoso almuerzo.
Según se deja atrás la costa, hay quien incluso siente algo de nervios por ver a estos graciosos mamíferos marinos dando sus icónicos saltos. «A veces hay pesqueros que pasan y se pueden ver detrás de ellos», apunta Manolo, timonel y guía de una de las muchas expediciones que se hacen desde el puerto de La Caleta no sólo en verano sino también en buena parte del año.
Pero no siempre hay suerte. Hay muchas variables, como la temperatura del agua, las condiciones climáticas, el paso de embarcaciones de pesca o el antojo de estos simpáticos animales que, afortunadamente, no viven en una piscina sino que tienen el Mediterráneo y parte del Atlántico para moverse como les dé la gana. O como mande su instinto.
Zostera empezó a funcionar ya en 2015. Lo echaron a navegar en una nueva vida Sebastián Martín y Lourdes Villalobos, que saben bien lo que es reinventarse cuando llega el momento adecuado. Ellos parieron Chinchín Bar y después lo acercaron al mar en Chinchín Puerto. Lo hicieron después de abandonar la pesca, al menos de forma activa. Porque ellos no se olvidan del mar que tanto les une, aunque ahora lo hacen desde unos fogones cada vez más reputados y reconocidos por la crítica y el público.
Para su familia estaba pensado Zostera. «Un día bajé por Cajiz, lo vi allí abandonado y pensé comprarlo para disfrutarlo nosotros», explica Sebastián, quien un buen día decidió parar su actividad pesquera con el barco de arrastre de mayor tamaño que había en la provincia.
Pero de un uso particular este espectacular catamarán pasó a ser uno de los grandes atractivos turísticos que tiene la costa de la Axarquía. Pasó primero por los puertos deportivos de Sotogrande y Benalmádena, pero no era su sitio. Ni tampoco el de Sebastián. Al final, recaló en La Caleta, donde forma un tándem marengo con Chinchín, casi tan sólido como el que forman Lourdes y Sebastián.
Hasta allí llegan cada día de verano en distintos turnos muchos marineros temporales. La mayoría sabe que no hay seguridad de ver delfines, pero no pierde la esperanza. Lo que nadie les va a quitar es la experiencia de dirigirse a alta mar y darse un buen chapuzón. Lo harán en una embarcación que tiene su origen en la India. Hace siglos con dos rudimentarios troncos se hacían estos catamaranes que no estaban ni mucho menos para disfrutar sino para pescar.
Otro aliciente para hacer una excursión en el Zostera es llevarse en la retina o en la cámara el horizonte que se queda detrás. En las excursiones más sencillas, desde el faro de Torrox al toro de Osborne de Almayate. Entre ambos, La Maroma, espléndida y rocosa, lo observa todo: Edificios elevados en primera línea de costa en Algarrobo, viviendas rurales en media montaña e incluso los restos de la antigua fortaleza medieval de Bentomiz.
También hay un mar de sombrillas de colores chillones sobre la arena o incluso un trepidante parque hinchable sobre el agua en Torre del Mar. Ninguno puede eclipsar a la entrada y salida del catamarán, el puerto deportivo y pesquero de La Caleta, que abastece tanto de aventuras como de buen género para la cocina marenga.
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