La ermita de Carratraca que fue destruida el día antes de inaugurarse

Los muros y algunas puertas y ventanas son los únicos restos visibles de la antigua ermita de Nuestra Señora de la Salud, en la parte más alta de sierra Blanquilla, en el municipio de Carratraca. Se encuentra en un lugar idílico, con vistas panorámicas de la sierra de Alcaparaín en frente. Más de un siglo después de su destrucción, aún es difícil discernir entre lo histórico y lo legendario.

Según ha trascendido hasta la actualidad, se sabe que la capilla fue sufragada por Trinidad Grund, pero también que fue destruida por un rayo en una tormenta. Casi todas las versiones señalan que fue el día antes de inaugurarse, un 28 de septiembre, en vísperas de San Miguel Arcángel, sin que quede claro el año, aunque lo más probable que fuera en los últimos del siglo XIX.

La ermita, que estaba dedicada a la Virgen de Nuestra Señora de la Salud, fue casi fulminada por el rayo antes citado. Su tejado se llegó a hundir, resistieron las paredes y curiosamente, según se cuenta en Carratraca, también muchas imágenes religiosas. Entre ellas, un cuadro, que se protegió en la iglesia del pueblo, hasta que fue también destruida en el verano de 1936, en el inicio de la Guerra Civil.

El arqueólogo Pedro Jesús Sánchez Bandera explica que, de lo poco que se sabe de esta construcción hoy en ruinas, es que se siguió «el modelo de ermitas calvario, construyéndola en la zona más elevada de la sierra, pero cerca del pueblo». Precisamente, esta ubicación fue la que terminó propiciando su destrucción.

Sánchez Bandera, administrador de la empresa Arqueosur, llega a dudar de que no estuviera inaugurada, ya que todas las imágenes que supuestamente se encontraron bajo los escombros dan que pensar que ya estaba abierta al público.

Más allá de la salvación milagrosa de la imaginería, que no está documentada, esta historia ahonda también en la biografía de la benefactora de este templo, Trinidad Grund, conocida por las numerosas desgracias personales que sufrió hasta su muerte.

Aunque hay una leyenda que asegura que el templo se reconstruyó y fue fulminado por un segundo rayo, lo que se cree hoy es que la capilla, parcialmente derruida, se abandonó. Es más, muchos años después se construiría una ermita aún más pequeña en la misma sierra, pero en un lugar menos elevado y más cerca del casco urbano.

En cualquier caso, aún quedan parcialmente en pie algunos elementos arquitectónicos de esta antigua ermita de Nuestra Señora de la Salud. Hoy su acceso es relativamente fácil, ya que hay una ruta de senderismo circular, que parte del propio pueblo, que pasa junto a ella.

Se trata del itinerario homologado Ermita-Llano de Arenalejos (SL-A-302), que comienza en la calle que une a la antigua Casa de Doña Trinidad Grund -actual Ayuntamiento de Carratraca- y la antigua plaza de toros. Apenas a un kilómetro del inicio, se pasará junto a un cartel explicativo. Desde allí sólo hay que andar unos cincuenta metros para llegar hasta los restos de la ermita. Al estar en ruinas, habrá que evitar adentrarse en ella. Al menos, sí se podrán ver las vistas panorámicas que tiene este enclave elevado de la sierra Blanquilla.

Hoy la ermita y su efímera historia forman parte del legado de Carratraca, uno de los pueblos malagueños que están declarados como 'conjuntos históricos-artísticos' de Andalucía. Hay que tener en cuenta que este municipio, que llegó a depender de Casarabonela y se llamaba Puebla de Baños, fue un importante refugio para la burguesía malagueña del siglo XIX, como fue el caso de la propia Trinidad Grund. En opinión de Pedro Jesús Sánchez Bandera, incluso merece ser restaurada o puesta en valor, «por su valor histórico y por su ubicación» en la parte más elevada de la sierra Blanquilla. «Sería muy positivo para el pueblo», añade el administrador de Arqueosur.

De esta forma, sería otro emblema patrimonial más de esta villa malagueña, conocida por su balneario de aguas sulfurosas o por construcciones tan importantes como las antes citadas de la Casa de Doña Trinidad Grund o la antigua plaza de toros, excavada en parte sobre la misma sierra.

Sánchez Bandera apunta también a la singularidad del pueblo de Carratraca, al que compara con «un pueblo del lejano oeste», debido a que durante su esplendor fue un lugar con una gran relación con el ocio. No en vano, llegó a tener incluso su propio casino.

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