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Es una comarca conocida por su riqueza agrícola, pero más allá de espléndidos olivares, grandes explanadas de cítricos o huertas tradicionales, en el Valle del Guadalhorce hay también un rico patrimonio natural, que no puede eclipsar ni siquiera el legado histórico (castillos, ermitas e iglesias) del que también puede presumir.
Algunos de los enclaves más destacados están distinguidos con figuras de protección, como rincones singulares de Málaga -otorgado por la Diputación Provincial- o incluso monumento y paraje natural -de carácter autonómico-. Así, a lo largo de esta comarca malagueña, situada entre la capital, la Sierra de las Nieves, la Costa del Sol y el Valle del Guadalteba, principalmente, aguardan lugares sorprendentes, entre los que se puede distinguir sobre todo entre los ribereños, los de montaña o los forestales. Éstos son los diez más espectaculares.
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A pesar del terrible incendio que tuvo su origen en este enclave en septiembre de 2012, la parte más espectacular, que es la que se encuentra en torno al cauce del río Alaminos (afluente del Fuengirola) se conserva intacta. Además, el acceso en vehículo está restringido durante buena parte del año para evitar que se colapse. Los espectaculares saltos de agua y sus pozas de agua cristalina se concentran en tan sólo unos metros, lo que hace que sea uno de los lugares del Valle del Guadalhorce más conocidos no sólo por los lugareños sino también por los que buscan enclaves idóneos para disfrutar de la naturaleza. En cualquier época del año suele llevar agua abundante, aunque el enclave es aún más espectacular en primavera, siempre y cuando haya habido lluvias suficientes durante el otoño y el invierno. En su entorno o en la propia ribera hay algarrobos, sauces, pinares, enebros, viñas silvestres y la madreselva trepadora.
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Con este nombre de origen árabe, se conoce a una de las cimas más populares de la provincia de Málaga. Hoy todo ese monte, que está en las estribaciones del gran macizo montañoso de la sierra de Mijas y Alhaurín, está declarado como monumento natural, por su biodiversidad y muy especialmente por su geología. En este último aspecto destacan sobre todo los mármoles dolomíticos blancos y azules y un suelo especial conocido como terra-rossa, debido a su alto contenido de arcilla. Pero más allá de esos valores naturales, sobresalen también las vistas privilegiadas que se tiene desde su cota, ya que es posible avistar buena parte del Valle del Guadalhorce y la Bahía de Málaga. A tan sólo unos metros de allí, se conecta con la etapa de la Gran Senda de Málaga que une a Benalmádena con Alhaurín de la Torre a través de la sierra. Además, para llegar hasta la cima del Jabalcuza, uno de los mejores miradores naturales de la provincia, hay un sendero local que, pese a afrontar un importante ascenso, no es excesivamente duro, gracias a su trazado en zigzag durante varios tramos. En esa subida, lo más probable es que se avisten algunos ejemplares de cabra montés, el mamífero más importante de esta sierra de Alhaurín de la Torre, que limita con la de Churriana.
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En la cara más oriental del Valle del Guadalhorce, aguarda el territorio de Almogía, donde además de almendros y olivos, aguardan parajes geológicos de gran belleza, como es el caso del conocido como Charco del Infierno, que está declarado como rincón singular por la Diputación de Málaga. Aunque no es de fácil acceso, éste es uno de los enclaves naturales más impresionantes del Valle del Guadalhorce. Se trata de un angostura, que está situada en la conocida como Cola del Embalse de Casasola. Para aproximarse hasta ella hay una pequeña ruta de senderismo local. Sin embargo, se hace muy complejo su acceso directo, ya que no hay ningún camino habilitado. Por tanto, habrá que conformarse con verlo desde cierta altura. Por sus características, es un enclave idóneo para la observación de aves.
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También en la zona oriental del Valle del Guadalhorce se encuentra el pueblo de Valle de Abdalajís, al límite con el territorio de Antequera. Allí hay que fijarse sobre todo en la sierra caliza, un gigante de piedra situado precisamente entre dos grandes parajes naturales, como son el Desfiladero de los Gaitanes y el Torcal de Antequera. Gracias a ello, hay ciertas similitudes con ambos espacios protegidos. Entre ellos, está el karst que se puede ver en una cota relativamente alejada del casco urbano, que se conoce precisamente como el Torcal del Charcón. De todos los enclaves que hay en esta lista es seguramente el de más difícil acceso, ya que para llegar hasta allí aguarda una ruta de dificultad media desde el casco urbano de Valle de Abdalajís. En ese trayecto, hay que afrontar, sobre todo al principio, una dura subida, que se atenúa ligeramente tras pasar por el antiguo cortijo del Charcón, enclave que sirve para dar nombre a este conjunto kárstico. La recompensa a ese esfuerzo llega cuando el recorrido se adentra en este paraje lleno de rocas erosionadas que tienen formas tan singulares como las que se pueden ver a pocos kilómetros en el Torcal de Antequera. No es el único karst que hay en esta sierra o en sus estribaciones, pero sí el de mayor tamaño y más espectacular por el resultado de la erosión sobre la piedra caliza.
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En las montañas del Valle del Guadalhorce aguarda buena parte de su encanto paisajístico. Para entenderlo basta con citar a la sierra de Gibralmora, que cobija al pueblo de Pizarra, que ofrece un recorrido muy singular para los amantes del senderismo. En concreto, desde el pueblo de Pizarra se puede subir por un área recreativa que conduce a una angostura conocida como la Raja Ancha. Esta apertura entre rocas, que se sube por una escalera excavada en la piedra, es ya de por sí un aliciente para adentrarse en esta sierra de Pizarra. Sin embargo, merece la pena seguir subiendo para llegar hasta el final de esta ruta de senderismo, la escultura conocida como El Santo, que en realidad es una imagen del Sagrado Corazón. Además de ser un lugar con una historia singular, desde allí se puede disfrutar de unas vistas espectaculares del Valle del Guadalhorce. Más allá de esos enclaves, también hay que citar la biodiversidad de la propia sierra de Gibralmora, así como una geología llena de contrastes.
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A pesar del terrible incendio del pasado verano en la sierra que cobija a Alhaurín El Grande, se conserva en buen estado uno de los pulmones verdes de la localidad, el gran bosque situado entre sus urbanizaciones y la Fuente del Acebuche. Se trata de un frondoso pinar que se puede recorrer gracias a una interesante red de senderos locales. Además de los pinos carrascos, llaman la atención otras especies arbóreas, como algarrobos, encinas o incluso acebuches y almendros. A ello hay que unir otras especies botánicas de interés, como palmitos, lentiscos, enebros, jaras, cornicabra o torviscos. También es una zona de gran interés faunístico, ya que allí se pueden observar numerosas especies, entre las que sobresalen las aves. Así, se pueden ver rapaces como el halcón peregrino, el ratonero común, el azor, el gavilán o distintos tipos de águilas (real, culebrera, calzada y perdicera). Otras aves de interés que se pueden ver son alcaudones, abejarucos o carboneros, entre otros. También se pueden ver distintos tipos de mamíferos, al encontrarse dentro del complejo de la Sierra de Mijas. No sería raro ver por allí cabras monteses, zorros, erizos y comadrejas.
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Aunque este enclave es evidentemente de origen humano es destacable por su singular geología. Más de 256 escalones forman esta escalera excavada en la roca, que asciende por la caliza sierra de Huma aprovechando los resquicios que deja ésta. A pesar de su nombre, parece que la construcción de la denominada 'Escalera Árabe' se realizó durante el pasado siglo. Quienes suban por ella llegarán al cortijo de Can Pedrero, desde el que se puede subir posteriormente al pico de esta sierra. Los escalones son irregulares y han sido tallados o preparados con piedras y rocas del lugar para permitir un acceso más cómodo a la zona más alta. Subir por esta escalinata pétrea tiene como recompensa una increíble vista panorámica del entorno. La visita a este enclave es una excusa para conocer la sierra de Huma y acercarse al paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes, desde el que se tiene una bonita panorámica -sobre todo desde la barriada aloreña de El Chorro-.
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En el corazón de la provincia de Málaga aguarda una de las joyas geológicas de la Península Ibérica, que se encuentra entre tres comarcas, las de la Vega de Antequera, Guadalteba y Guadalhorce.Y más concretamente, está entre Antequera, Ardales y Álora, que tiene en su territorio la parte sur de este espacio protegido. Se trata de una impresionante garganta recorrida por el río Guadalhorce a su paso por este complejo rocoso, situado dentro de la sierra de Huma. Este impresionante cañón llega a alcanzar una altura de hasta 300 metros y una anchura de menos de diez. Es, sin duda, una de las mejores postales que se puede tener de la provincia de Málaga. Su protección como paraje natural se debe a su extraordinario interés geomorfológico y a la presencia de una interesante fauna, entre la que destaca el buitre leonado. En su entorno, también se aprecian rapaces como el halcón peregrino, el búho real o el águila perdicera, así como aves propias de humedales y ríos, como el cormorán o el martín pescador. Este interesante espacio ecológico, que tiene una superficie de más de dos mil hectáreas, se puede recorrer hoy gracias a la reapertura del Caminito del Rey. Desde la barriada de El Chorro, se tiene una excelente perspectiva de la entrada de este cañón.
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Gracias a la altura de este enclave, que hoy es Rincón Singular de Málaga, los visitantes pueden encontrar un espectacular balcón que mira a la Costa del Sol y desde donde se puede observar en los días claros la franja mediterránea que baña Fuengirola, Mijas o Marbella. Claro está, también se verán enclaves mucho más cercanos, como Alhaurín El Grande, la Sierra de Mijas o el valle del río Alaminos, donde se encuentra el célebre enclave de Barranco Blanco. También se verán desde allí otros espacios protegidos, como el paraje natural de la Desembocadura del Guadalhorce o Los Montes de Málaga. Para llegar hasta allí hay un sendero local que recorre los Llanos del Matagallar para después adentrarse en otro camino que conduce hasta el cerro Alaminos. Éste, que comparte nombre con el río que es afluente del Fuengirola, se encuentra a los pies del mirador, aunque no tiene un acceso directo.
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Aunque este río también pasa por Álora y la ciudad de Málaga, ofrece algunos de sus enclaves más espectaculares entre Cártama y Pizarra, donde se les unen afluentes importantes como el Fahala o el Grande, que suelen hacer aportes importantes a lo largo de las estaciones más lluviosas. El resultado es una ribera que sorprende y donde no hay que descartar avistar especies ornitológicas tan esquivas como la cigüeña negra. Hay algunos enclaves a lo largo de este tramo en el que hay observatorios de aves habilitados (Pizarra) y áreas recreativas para el disfrute de los vecinos y visitantes (Estación de Cártama). Entre campos de cítricos, huertas y olivares, hoy es una de la joyas fluviales de la provincia de Málaga, que se pretende recuperar precisamente gracias a un gran proyecto de la Diputación, conocido como el Corredor Verde del Guadalhorce, que servirá para ponerlo más en valor aún. De momento, hay algunos senderos que discurren en paralelo o lo cruzan en algunos puntos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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