En la mayoría de los casos tocará hacer bastantes kilómetros para disfrutar de un baño alternativo en un río. Hay muchas ocasiones que a ese trayecto por carretera hay que añadir otro por caminos de tierra, en los que no siempre está permitido o es recomendable transitar. También hay enclaves a los que sólo se puede llegar a través de rutas de senderismo, que, en pleno verano, no apetecen tanto a muchos bañistas. Los Charcos del Canalón, en el río Verde (Istán) y de las Nutrias, en el río Castor (Estepona) están entre los más bonitos, pero también entre los de acceso más complejo.
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Frente a ellos, hay otros donde es relativamente más fácil llegar. Incluso, en algunos casos, se puede aparcar a tan sólo unos metros. Éstos son algunos de ellos.
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A través de la carretera que une a Benaoján con Cortes de la Frontera se llega al municipio de Jimera de Líbar, que cada verano ve como su barriada de origen ferroviario se anima gracias a los bañistas que buscan darse un chapuzón en sus piscinas fluviales. En la propia Estación de Jimera se llega fácilmente hasta la zona conocida como la Charca de la Ermita, denominada así por estar cerca de una antigua capilla (hoy en ruinas). Allí, se habilita cada verano un amplio espacio, rodeado de naturaleza, donde se puede disfrutar de un día de playa fluvial.
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Aunque la denominación de esta poza haga honor a su nombre, cada año son muchos los bañistas que acuden e incluso repiten. Para llegar hasta allí hay que utilizar la carretera que une a Ronda con Benaoján. Poco antes de la Estación de Benaoján, hay un acceso para vehículos. Se trata de un parking de pago. Hay que abonar un euro para que se levante la barrera, eso sí. Y sólo se aceptan monedas. Desde allí sólo hay que descender unos metros a pie, cruzar un puente peatonal y pasar por debajo de otro ferroviario para llegar hasta esta idílica poza. La entrada de la Cueva del Gato y la cascada que mana de ella junto a la vegetación del entorno hacen de este baño de agua dulce uno de los más atractivos de Andalucía.
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Es seguramente el más novedoso de esta lista. Se ha habilitado este año por primera vez una playa fluvial junto a esta poza, donde, eso sí, las aguas no son cristalinas sino turbias. Esto ocurre porque el líquido elemento del río Manilva procede en parte del manantial de aguas sulfurosas de La Hedionda, situado a tan sólo unos metros más arriba. Eso sí, este enclave histórico sólo es accesible en verano bajo reserva propia. Por tanto, esta charca no es mala opción para darse un baño relativamente saludable y tranquilo, con una zona muy próxima para aparcar. Junto a la playa fluvial, hay un restaurante que cuenta con un minigolf (cierra los miércoles). El único pero que encuentran muchos bañistas es que la poza está justo debajo de uno de los puentes de la AP-7.
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Allí donde se unen por carretera los municipios de Genalguacil, Jubrique y Algatocín, aguarda una de las zonas de baño de interior más conocidas de la Serranía de Ronda. Cada verano se habilitan allí con algunos movimientos de rocas y tierra, pozas para disfrutar del río Genal. Entre las pozas donde es posible bañarse está la que se conoce como Charco Redondo. También hay otra poza con un nivel inferior de agua justo debajo del puente. Una opción más es la del Charco Estrecho, más arriba. También se puede aprovechar el día para hacer el sendero de las Pasarelas del Genal, que parte justo desde esta zona.
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Salvo el paréntesis de la Covid-19, esta poza ha estado siempre abierta al público. Es uno de los reclamos del enclave ribereño conocido como las Angosturas del río Guadalmina. En el inicio del cañón se encuentra esta poza profunda, que inspiró en su día una leyenda que sirve para darle nombre. El enclave está junto a la carretera, aunque no hay aparcamiento contiguo. Lo más recomendable es adentrarse en el pueblo de Benahavís y buscar una zona de aparcamiento. Desde allí sólo habrá que andar unos cinco minutos a pie.
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