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En una de las muchas curvas que hay en la sinuosa carretera que discurre en paralelo al río de la Miel, en el término municipal de Nerja, son muchos los que han parado al ver una pequeña capilla, junto a la que se acumulan garrafas y botellas de plástico llenas de agua. No es una costumbre habitual. Y mucho menos encontrar un santuario dedicado a la Difunta Correa.
Esta pequeña construcción, situada en una zona donde hay espacio para aparcar un par de vehículos, es una de las muchas curiosidades que tiene la comarca de la Axarquía. Se trata de la capilla dedicada a Deolinda Correa, un personaje que se mueve entre la historia y la leyenda en la ciudad argentina de San Juan, a más de diez mil kilómetros de Nerja. Más conocida como la Difunta Correa, ésta no está considerada por la Iglesia Católica ni santa ni beata, pero goza de una abrumante devoción en su país de origen y, muy especialmente, en la región donde vivió y murió, donde cuenta con varios santuarios.
Según cuenta la leyenda, Deolinda Correa fue una mujer que huyó a mediados del siglo XIX por el desierto de Vallecito, muy próximo a la frontera con Chile. Lo hizo con su bebé de tan sólo unos meses, al que pudo alimentar con el pecho y permitir que sobreviviera a una travesía sin poder beber una gota de agua. Fruto de esa escasez ella murió de sed mientras que amamantaba al pequeño.
De aquel relato nació una auténtica devoción que hoy se percibe no sólo en la ciudad y en la provincia de San Juan sino también en buena parte de Argentina (el centro y el norte, fundamentalmente) e incluso en países vecinos como Uruguay y Chile.
A través de muchos emigrantes sanjuaninos que la veneran su culto ha llegado hace muchos años a Europa. En concreto, sólo hay dos pequeños santuarios y ambos están en Andalucía. Uno se encuentra en la localidad almeriense de El Ejido, mientras que el otro se encuentra en el citado enclave del río de la Miel, en Nerja, entre el parque natural de las Sierras de Tejeda Almijara y Alhama y el paraje de los Acantilados de Maro.
Hasta allí llegan a diario muchos devotos sanjuaninos que residen tanto en Nerja como en otros puntos de Andalucía. Incluso algunos que vienen de turismo o a visitar a familiares argentinos residentes en la zona. A pesar de no ser reconocida como santa (se empezó a pedir su beatificación en 2020), a ella le piden que interceda a su favor en algún asunto o le agradecen que ya lo haya hecho. Y lo hacen dejando una botella o una garrafa de agua, ya que de esta forma quieren simbólicamente saciar la sed que pasó Deolinda Correa en su dura travesía por el desierto de la provincia argentina de San Juan.
En este recodo de la tranquila, pero angosta carretera MA-170, a dos kilómetros justos de la N-340, llaman la atención no sólo los mencionados recipientes con agua sino también macetas con flores o algunas matrículas, con las que se agradece la salvación en accidentes de tráfico.
En el interior de la pequeña hornacina, yacente, se puede ver una pequeña escultura de este venerado personaje, con su bebe alimentándose de uno de sus pechos descubiertos. De esta forma, se recuerda el estado en el que, según la creencia popular, se la encontró ya muerta.
La capilla fue levantada hace ya más de dos décadas por la Casa Argentina en Nerja. Para ello, el Ayuntamiento de Nerja le cedió a finales del año 2000 el terreno en el que hoy se encuentra, en el que hay instalados hasta dos bancos para el descanso de los muchos seguidores que tiene Deolinda Correa.
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Iker Cortés | Madrid
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