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En un momento de máximo esplendor en el aeropuerto de Málaga, en esta sección en la que proponemos viajes a una de las 154 ciudades con las que el aeropuerto de Málaga conecta en estos momentos con vuelos directos, hay rutas que se sitúan en ... el top de los destinos con mayor tirón. Es el caso de la escapada elegida esta semana. Volamos a la que conocen como la pequeña París. Facturamos la maleta hacia Bucarest, la capital de Rumanía. Una de esas urbes europeas en las que el turismo empieza a despuntar y en la que descubrir un importante elenco arquitectónico con marcada huella de su pasado soviético.
Aerolíneas que vuelan a Bucarest desde Málaga
Compañías Aéreas Ryanair, Wizz Air y Hisky Europe.
Duración del vuelo Cuatro horas.
¿A qué precios? A sabiendas de que los precios de las aerolíneas fluctúan casi que a diario, en una reciente búsqueda y ya en plena temporada alta, es posible viajar del 9 al 12 de julio por 143 euros, ida y vuelta.
Para ir del aeropuerto a la ciudad. El aeropuerto está situado en la localidad de Otopeni, a 18 kilómetros del norte de Bucarest. Aunque la forma más cómoda para llegar a la capital es el alquiler de un vehículo que puede costar unos 33 euros, hay una opción más económica: el autobús. Las líneas 780 y 783 de Express te llevan al centro de la ciudad. El desplazamiento tiene una duración de unos 40 minutos, que se pueden multiplicar por dos si el itinerario coincide en horas punta. Estos autobuses funcionan entre las 5.20 y las 23.00 con una frecuencia de entre quince y treinta minutos. Es importante conocer que los billetes, que tienen un coste de ocho leu rumano, 1,60 euros, no se pueden adquirir directamente en el bus sino que hay que comprar una tarjeta por adelantado. También existe la alternativa del tren, que es la menos aconsejable porque hay que tomar una lanzadera hasta la estación de ferrocarril que no está en el aeropuerto.
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Qué comer: La comida más típica de Rumanía es la mamaliga, un plato similar a la polenta hecha a base de harina de maíz cocida que se sirve acompañado de carnes y salsas. Sin embargo, los días en los que hay algo que festejar no puede faltar en la mesa los sarmale, unos rollitos de carne en hojas de col. Otros platos clásicos de la gastronomía local son las mici, salchichas a la parrilla de Rumanía; la ciorba o sopa ácida, o la zacusca, una especie de pisto de verduras. Para el postre hay que pedir un mureseni, unos pasteles rellenos de mermelada de mora, o los papanasi, lo más típico de la repostería rumana. Son una especie de buñuelos de queso fresco servidos con mermelada de frutos rojos y crema agria. Tampoco puedes dejar de probar la Tuica, que es la bebida más famosa del país. Se trata de un aguardiente de ciruela que se toma como aperitivo. Rumanía también saca pecho de sus vinos.
Dónde comer: La oferta de restauración es amplia y en restaurantes como Casa Doina o Carul cu Ber puedes degustar los platos más típicos de la gastronomía local. Otra opción es Manuc's Inn, una antigua posada del siglo XVIII. Para tomar una copa hay que desplazarse al barrio Lipscani, donde se concentran los pubs y el ocio nocturno.
¿Qué no te puedes perder?: Bucarest no decepciona. Todo lo contrario, sorprende. En su centro histórico encontrarás el mayor legado arquitectónico de su reciente etapa soviética, iglesias que son todo un reclamo y una buena oferta de museos. El edificio más importante y que te dejará impresionado es el Palacio del Parlamento, situado sobre la Colina Spirii en el centro de Bucarest, que es el edificio administrativo civil más grande del mundo y que está considerada la segunda mayor construcción después del Pentágono estadounidense. Es además, una construcción que hace gala del poderío de la época comunista, que duró hasta 1989. Lipscani es el corazón de la ciudad en el que podrás visitar uno de los inmuebles más antiguos de la capital rumana, Curtea Veche, que fue la primera corte real. Pero, también, debes recorrer la Ópera y el Ateneo, inmortalizar el paso por el Arco del Triunfo, muy similar, aunque más pequeño, que el de París, y pasear por el Bulevar Unirii, que intenta copiar los Campos Eliseos de la capital francesa. Tampoco debes dejar de visitar la Piata Revolutiei o el Patriarcado Ortodoxo Rumano, que es la iglesia principal para los ortodoxos y que fue construido en 1658. El Monasterio Stavropoleos y el Museo de Arte Contemporáneo son otros de los reclamos imprescindibles.
Compras: En la maleta de vuelta es un clásico traer un recuerdo de cerámica de Horezu, inscrita en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata de un producto de artesanía excepcional, que se fabrica a mano en el norte del distrito rumano de Valcea. También son típicas las blusas con bordados y los huevos e iconos de vidrio pintados.
Bucarest es otro de esos destinos a los que se puede viajar tranquilamente en familia por eso de que está lejos de las clásicas urbes más saturadas de turistas. A los reclamos ya mencionados y en los que los pequeños de la casa se pueden sumar y disfrutar podemos añadir una visita al parque Edenland, en el que se puede dar un paseo en bicicleta, practicar equitación, recorrer senderos por los árboles o hacer, incluso, tiro con arco. Otra alternativa es el Museo Satului, etnográfico y al aire libre, que es conocido como el museo de la villa. Está situado en el Parque Herastrau. Y donde también van a pasarlo en grande es en el balneario termal con ocho piscinas, una de ellas con un sistema de olas y toboganes interiores, que es la más grande de Europa Central.
La ventaja de Bucarest es que su centro histórico se puede recorrer fácilmente andando, si bien para descubrir algunos de los puntos de interés que no te puedes perder precisas del transporte público en el que la mejor alternativa es el metro. La opción del autobús es más bien para llegar a puntos más concretos de las afueras de la ciudad, pero poco práctico para ir a los reclamos turísticos más interesantes.
Buen viaje.
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