Benamocarra, el pueblo de la Axarquía al que le gusta dar la nota hasta en sus calles y rincones

Desde hace décadas se dice que en este pueblo de la Axarquía, hoy rodeado sobre todo de aguacates y otros subtropicales, hay una auténtica pasión por la música, lo que se plasma en la participación de muchos vecinos en la banda de música u otras agrupaciones, tanto dentro como fuera del municipio.

No está claro el origen por esa afición tan popular, pero, sin duda, el hecho de que Eduardo Ocón naciera allí hace casi dos centurias ha sido un factor importante a lo largo de estos años. El músico benamocarreño se convirtió en uno de los compositores más importantes de la música nacional durante el siglo XIX.

El pueblo hoy lo recuerda con una placa en la casa donde nació, que no es visitable, pero donde vive hoy una de sus descendientes. Además, desde hace décadas hay un monolito con una lira que le rinde homenaje junto a la iglesia. Ese mismo instrumento, que forma parte del escudo oficial del pueblo, se replica también a modo de símbolo de la pasión por la música en la entrada de muchas casas.

Además, desde septiembre de 2022, el pueblo ha visto cómo se han instalado varios instrumentos musicales a gran escala para recordar a vecinos y visitantes la importancia que tiene la música para esta localidad. Un saxofón, un tambor, una guitarra o unos platillos son algunos de los que se han colocado en la parte más céntrica del casco urbano.

A estos elementos hay que añadir la rotonda que da la bienvenida a quienes llegan a este pueblo desde Vélez-Málaga. Un pentagrama circular, notas musicales o un teclado son algunos de los elementos que sirven como avance de lo que se puede encontrar en el pueblo. De hecho, para ver los instrumentos a gran escala o las mencionadas liras en las entradas de las viviendas, es recomendable dar un paseo a pie por sus calles. Desde la plaza del Calvario en dirección a la iglesia de Santa Ana se podrán ver algunos de esos instrumentos, pero también permitirán conocer las entrañas de esta localidad, que con su nombre delata su origen andalusí. En esta época de la primavera, lucen los contrastes que ofrecen las macetas y distintas plantas ornamentales, como es el caso de la plaza de las Flores, que hace honor a su nombre.

La mencionada parroquia de Santa Ana, donde se encuentra la venerada imagen del Santo Cristo de la Salud, es el principal edificio religioso del pueblo. En su interior, se puede ver la belleza de un templo que, originalmente, se levantó en el siglo XVI, aunque su aspecto actual responde más bien a remodelaciones posteriores.

Merece la pena conocer la leyenda del citado Cristo, que preside el altar. Según la tradición oral, la imagen llegó desde Torre del Mar para evitar que una epidemia afectara al pueblo, pero, una vez que cumplió su fin, no pudo ser devuelto. El relato que hoy se cuenta allí es que, según se alejaba del pueblo, el trono pesaba más, hasta el punto de que los hombres que lo portaban tuvieron que parar y dar media vuelta. Ese lugar hoy es la pequeña capilla que se conoce como el Santo Chiquito, que se verá en la misma carretera de acceso, tan sólo unos metros antes de llegar a la rotonda con alusiones musicales.

Otro emblema de este pueblo es la fuente de los Caños, situada en el perímetro del casco urbano. En la actualidad, no mana agua, aunque se espera que las lluvias primaverales hagan aflorar el líquido elemento por este fontanal, que tiene su origen en el periodo andalusí, aunque se restauró a finales del siglo XIX. En los últimos años, se ha puesto en valor, gracias a otra reforma.

Además de todo lo referido, Benamocarra es un pueblo que tiene mucho por descubrir, como la relación que tiene con el teatro, tal y como deja entender su escudo, donde se pueden ver las máscaras de la comedia y la tragedia junto a una lira. Otro reto es saber por qué en su recetario hay un dulce llamado gazpacho frito.