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Hay un laberinto en la Axarquía donde merece la pena perderse, en el mejor sentido del verbo. Este extravío, que se puede hacer en un tranquilo paseo, recompensa con una inmersión en el antiguo Al-Ándalus. Ni siquiera sus cuestas son una excusa para eludir una visita al 'Barribarto' de Frigiliana, la joya arquitectónica que aguarda a los pies de la sierra de Almijara.
Este casco antiguo, uno de los más valorados por los turistas que buscan el hechizo de los pueblos del interior, está lleno de color y, además, mira al mar.
Ese 'barrio alto', como también se denomina, es una reliquia del pasado, con calles estrechas y empinadas que conforman un auténtico laberinto blanco. Encalado con pulcritud y salpicado de muchos colores.
Rojos, azules, amarillos, verdes o lilas son algunas de las tonalidades con las que se han pintado macetas, puertas o ventanas. Y forman un contraste con la nívea cal que da aún mayor viveza a un paseo a pie.
Pero Frigiliana no sólo es diferente por ese recorrido entre distintas tonalidades cromáticas. Tiene entre sus atributos un patrimonio cuidado que va más allá de su esbelta iglesia de San Antonio o la Fuente Vieja, ambas del siglo XVII. También hay adarves, pasajes y patios sin puertas, que invitan a pasar incluso al visitante más tímido.
Qué visitar Barribarto: También conocido como barrio alto, es el casco antiguo de Frigiliana. Iglesia de San Antonio: El principal templo de Frigiliana emerge en el centro histórico. Restos del castillo de Lízar: Vestigios de la antigua fortaleza de origen árabe. El Torreón: Lugar donde hubo un pósito en el siglo XVII. Palacio de los Condes de Frigiliana: Única fábrica de miel de caña de la Europa continental.
Dónde comer El Adarve: Restaurante de gran calidad situado en la parte alta del 'Barribarto'.
Dónde alojarse Villa de Frigiliana: Confortable hotel que está ubicado frente al casco antiguo de Frigiliana.
También hay una arquitectura que se conserva, pero tiene otros fines, como los Reales Pósitos, que dan la bienvenida prácticamente a los que entran al 'Barribarto', con viviendas y tiendas de 'souvenirs'. O la Casa del Apero, que se construyó en la misma centuria que la iglesia para caballerizas e incluso almacén y que hoy alberga el Museo Arqueológico de Frigiliana, salas de exposiciones y la propia oficina de turismo.
Antes de entrar en el Barrio Alto, también hay que detener la mirada en el Palacio de los Condes de Frigiliana, que actualmente alberga la única fábrica de miel de caña de Europa, que es, junto al vino dulce moscatel del terreno, uno de los productos más tradicionales de esta villa axárquica.
Más antiguos son los restos del castillo, del que se intuyen algunos muros. Eclipsado por el 'Barribarto', en la parte alta de Frigiliana apenas se conservan algunos restos –su cimentación y la rampa de acceso– del que en su día fue el castillo de Lizar, que se pudo construir entre los siglos IX y XI, en pleno apogeo de Al-Ándalus.
En total, llegó a tener una superficie de unos cuatro mil metros cuadrados. Llegó a contar con una acequia propia, a la que le llegaba agua procedente de un acueducto. El recinto amurallado fue mandado a destruir tras la rebelión morisca de 1569.
Y para aprender sobre esa revuelta, hay una lectura recomendada en el propio 'Barribarto', donde, a través de mosaicos, se relata el motín morisco que desencadenó en la conocida como batalla del Peñón de Frigiliana.
Y falta el mar, que se atisba desde muchos rincones del casco antiguo. El fondo azul claro del Mediterráneo se incorpora así a la paleta de colores de la que puede presumir este pueblo de raíces andalusíes, una de las grandes maravillas de la Axarquía.
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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