La Axarquía también tiene su propia Triana

La denominación de esta aldea guarda relación con la etimología de Triana. El barrio hispalense se llamaba así porque podría proceder de vocablo árabe 'Atrayana', que significaría algo así como 'más allá del río'. En el caso de Sevilla, tiene sentido porque esta zona de la ciudad se encuentra junto al Guadalquivir.

Pero, ¿por qué también se adoptó ese nombre para una aldea de la Axarquía? La explicación es más sencilla de lo que parece. Para entenderlo hay que remontarse al origen de este núcleo rural. Mucho antes de que se construyeran las primeras viviendas sus primitivos pobladores se asentaron en la aldea de La Zorrilla. Ésta se comenzó a configurar a finales del siglo XVIII, en uno de los márgenes del río Benamargosa. Sin embargo, sus vecinos se vieron obligados a abandonar esa ubicación por las constantes subidas del cauce, lo que hacía que quedaran incomunicados.

Por esa razón, en el siglo XIX, los vecinos decidieron bautizar el nuevo emplazamiento, situado en frente, a unos seiscientos metros aproximadamente, como Triana, que, al igual que en el caso del barrio sevillano, servía para denominar su situación más allá del río. La Zorrilla quedó abandonada en aquel momento, pero no para siempre. Así lo relata Francisco Medina, un vecino de Triana que lleva años dando a conocer las muchas singularidades que tiene esta zona del término municipal de Vélez-Málaga.

Medina explica que en la pasada década de los años sesenta La Zorrilla comenzó a revivir porque «sus casas fueron ocupadas por 'hippies', que hicieron muchos arreglos». Después fueron desalojados y tras otro período de abandono, las viviendas fueron compradas por residentes extranjeros. Hoy es un enclave rural pequeño y de gran belleza, que hace las veces «de casco antiguo de Triana», como señala Medina. En este sentido, el hecho de tener el centro histórico del resto es una de las singularidades que más llama la atención a quienes visitan este diseminado rural.

La Zorrilla en su día llegó a tener su propia iglesia, que fue destruida, e incluso una mina de agua que servía para abastecer a la población. Hoy ofrece un pequeño recorrido entre sus viviendas, que se asientan en una zona más elevada que el río.

Por su parte, el núcleo de Triana es atravesado por la carretera MA-3113. Esta vía ha hecho posible que esta aldea de poco más de setecientos habitantes sea dinámica. Como puede verse por su entorno más inmediato el campo es el motor de su particular economía. Subtropicales, limones e incluso algún pasero demuestran la importancia de la agricultura para sus vecinos. Además, quienes recorran sus calles podrán comprobar que sus nombres aluden a los muchos frutales que hay en su entorno.

En Triana se conserva dentro de su colegio la iglesia de San José, que tiene su origen en una escuela capilla, lo que explica que hoy esté dentro del recinto del centro educativo. No muy lejos de allí se encuentra lo que fue un café teatro hace años y que hoy se ha restaurado para su uso como casa de la cultura. «Aunque se construyó a principios del siglo XX como vivienda originalmente, lo más llamativo es que funcionó durante años como café teatro», apunta Francisco Medina. Hay incluso un libro monográfico del autor Enrique Zattara sobre la historia del edificio. Tampoco faltan las anécdotas sobre el mismo. Entre ellas, Medina recuerda que durante mucho tiempo durante la dictadura franquista se organizaban partidas de cartas clandestinas con apuestas. «Cuando llegaba la Guardia Civil, los visitantes salían por las ventanas del café teatro para que nos lo cogieran», añade.

Pero, además de la actual casa de la cultura y el único templo cristiano, en el territorio de Triana también presumen de tener otro edificio religioso. Se trata de la estupa de Kalachakra, que pertenece al centro budista Karma Guen. Está situada a algo menos de tres kilómetros del núcleo rural, en un enclave con impresionantes vistas panorámicas. Desde allí hay apenas seiscientos metros hasta la Torre de la Atalaya, que oficialmente está situada en el término municipal de La Viñuela, aunque Francisco Medina, que es allí donde está el límite de Triana con esa localidad axárquica. Esta construcción, que data del siglo XVI, se encuentra bien conservada y se ha convertido en uno de los hitos históricos de la Axarquía.

Otro de los símbolos de Triana es una de las especies reptiles en peligro de extinción, el camaleón, que se puede ver con cierta frecuencia en el entorno de la aldea. Tanta importancia tiene este animal que hoy es uno de los símbolos que figuran en la cerámica que anuncia a Triana en la carretera. Junto a la Torre de la Atalaya y la estupa budista, el camaleón es uno de los protagonistas de este mosaico.

Entre los hitos históricos de Triana, Medina señala que fue el primer lugar donde se comenzó a reutilizar el 'axarco' como moneda o el nacimiento del bandolero Frasco Antonio, quien fue miembro de la partida del Bizco de El Borge. Además, es vecina de este núcleo la pintora Macu Artist, que tiene murales tanto allí como en otros lugares de la comarca.

Desde hace más de diez años, Francisco Medina se encarga de difundir todos los atractivos de su aldea, desde un concurso de fotografía hasta una ruta nocturna para ver las Perseidas en agosto, que lleva a los participantes desde Triana hasta la estupa y la Torre de la Atalaya. A través de la página de Facebook 'Triana, Corazón de la Axarquía' muestra los encantos de esta singular aldea de Vélez.