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Todavía no queda claro porque fue abandonada en el siglo XVIII, cuando reinaba Carlos III en España. Hoy sólo quedan algunos muros, entre los que ha crecido bastante vegetación. Es uno de los iconos históricos de Sierra Blanca, el pulmón verde que hay entre Marbella y Ojén.
Hoy es conocida como la ermita de los Monjes, aunque tuvo otras denominaciones desde que la levantó en el siglo XVI un grupo de franciscanos de la familia de los menores. De hecho, hay muchas alusiones distintas registradas: Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Soledad de la Sierra o de la Virgen de los Dolores. Esta última es la que más se popularizó, ya que es la advocación más antigua que se conoce de Marbella, municipio al que pertenece.
Llegó a haber incluso un nexo importante en modo de vía sacra entre esta capilla y la principal parroquia de esta ciudad de la Costa del Sol, la de Nuestra Señora de la Encarnación. Ese camino hoy incluso se puede hacer a pie, gracias a la existencia de varios senderos que permiten llegar hasta allí. De hecho, la asociación Marbella Activa ha promovido varias excursiones hasta allí desde la principal iglesia de la localidad. Hoy se puede ir por el sendero del arroyo de los Monjes, en paralelo al arroyo Guadalpín, como camino más corto (desde la urbanización Xarblanca), pero también desde Nagüeles. De hecho, es uno de los grandes hitos históricos de esta sierra occidental de la provincia de Málaga.
Los franciscanos de la familia de los menores eran conocidos por defender la pobreza evangélica y vivir en lugares apartados y solitarios, como lo era en aquel entonces este enclave de la sierra Blanca. De hecho, en los dos siglos que estuvo habitada había lobos en estas montañas. Se llegaba a considerar estos santuarios como milagrosos e incluso se atribuían poderes curativos a las fuentes que había cerca de allí. Esto propiciaba que fueran hasta allí muchos habitantes de Marbella en penitencia.
La ermita, que llegó a contar con su propia huerta e incluso un viñedo, fue abandonada por los monjes en la década de los años sesenta del siglo XVIII. Temporalmente quedó en manos de un vecino de Marbella, Francisco Granados, pero terminaría quedando en el olvido, tal y como se refleja en el famoso Diccionario de Madoz. Ahí, a mediados de la centuria siguiente a su abandono se define el lugar como «residuo de un antiguo monasterio». En aquel momento, según esta reseña bibliográfica, tenía un ermitaño que cuidaba del edificio y del culto, «siendo bastante para uno y otro objeto las limosnas de los fieles».
En la actualidad, es un enclave estratégico en la red de senderos de Sierra Blanca. De hecho, además de otros itinerarios citados, por allí pasa la etapa de la Gran Senda de Málaga que une a Marbella con Ojén. También hay quienes hacen la vía sacra desde Marbella y alargan el itinerario hasta otro hito emblemático de esta sierra, la Cruz del Juanar, con lo que hacen un recorrido bastante exigente desde el punto de vista físico, ya que supone afrontar un tramo de casi ocho kilómetros en un acentuado ascenso.
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