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Javier Almellones
Sábado, 18 de julio 2015, 14:57
Desde la época nazarí hasta el siglo XVIII, la costa axárquica alternó períodos de paz con conflictos y amenazas para las poblaciones de esa franja litoral. Ataques piratas e invasiones provocaron en ocasiones el temor de sus habitantes.
Para preservar la seguridad de la zona, se construyeron en varias etapas edificaciones de vigilancia, como torres almenaras y fortalezas. Gracias a ello, hoy en día, desde Rincón de la Victoria hasta Maro, se puede realizar un interesante itinerario turístico en el que hay casi una veintena de torres vigías, que marcan esta ruta turística a modo de hitos. Son, sin duda alguna, guías impertérritas que, a su vez, también recuerdan la importancia estratégica que tuvo este litoral.
En la Axarquía más occidental, es decir, Rincón de la Victoria, están las dos primeras torres vigías de este recorrido. La del Cantal, en una llamativa formación rocosa bañada por el Mediterráneo y la Torre de Benagalbón, que da nombre a uno de los núcleos urbanos. Las dos fueron levantadas originalmente en el XIV por los árabes, aunque fueron reconstruidas posteriormente.
Entre ambas torres, como complemento al sistema de vigilancia, se puede visitar la Casa Fuerte de Bezmiliana. Este recinto amurallado, de planta cuadrangular, tiene una muralla con dos garitas, desde donde se oteaba la línea marítima para evitar posibles ataques de piratas. Actualmente este edificio del siglo XVIII se utiliza como sala de exposiciones.
Vélez-Málaga es el municipio costero que más núcleos diseminados tiene a pie de playa. De oeste a este, desde Chilches hasta Lagos, pasando por Torre del Mar, se pueden ver hasta 8 pedanías distintas situadas en el litoral. En casi todas ellas quedan en pie algunas torres o construcciones de vigilancia que tuvieron un papel de vigilancia muy importante hasta hace pocos siglos.
La más occidental es la de Chilches, a la que sigue la de Benajarafe, que es una de las almenaras más emblemáticas. Conocida como la Torre de Moya, ofrece unas extraordinarias vistas tanto de esta zona del litoral como de las sierras de alrededor.
En el núcleo de Valle Niza, al igual que en Rincón de la Victoria, hay una 'casa fuerte' del XVIII, aunque hay datos que apuntan a que se levantó originalmente como castillo dos siglos antes. Actualmente está ocupado por una prestigiosa escuela de hostelería.
Desde allí se pasa por Almayate, donde el recorrido queda marcado por la Torre Manganeta. En este poblado, destaca el cerro del Peñón, sobre todo porque allí se encuentra un toro de Osborne. La altura de la colina es de casi cien metros y está ubicada junto a la playa. Así, se llega hasta Torre del Mar, importante núcleo de Vélez-Málaga, que como indica su nombre debe su origen a la construcción de una atalaya con el mismo apelativo. En sentido hacia algarrobo también se pueden ver las torres de La Caleta y Lagos.
En Algarrobo Costa, se conserva la atalaya más peculiar de este recorrido turístico, ya que se encuentra claramente inclinada aunque no corre riesgo de caerse. No en vano es conocida como Torreladeada o Torre Ladeá. Cerca de allí se puede ver la Torrenueva, también conocida como la Torre Derecha, en contraposición a la inclinada.
El siguiente paso es Torrox, cuyo vocablo árabe significa torre o almenara. En su litoral se conservan dos atalayas, la del Morche (a la que también se la llama Torre del Río Güi) y la de Calaceite, ambas levantadas entre los últimos años del XV y los primeros del XVI.
En los Acantilados de Maro, se conservan media docena de torres vigías. Éstas están situadas en zonas muchas más elevadas que las anteriores y, por tanto, eran más codiciadas por su alcance como elementos de vigilancia. Muchas de ellas son de la época nazarí, pero fueron restauradas con posterioridad, ya fuera tras la conquista por parte de las tropas castellanas, o incluso ya en el XVIII. Algunas de esas torres fueron las del Pino, Río de la Miel, Maro o Torrecilla. Esta última tuvo un gran papel de vigilancia durante el siglo XVIII, aunque fue derribada en parte por soldados ingleses en la Guerra de la Independencia, que querían evitar de esa forma que sirviera de refugio para las tropas napoleónicas.
Lo mismo ocurrió con lo que fue hasta entonces conocido como el Castillo Bajo, una antigua fortaleza medieval, que estaba donde se ubica hoy el famoso Balcón de Europa.
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