
O. L. BELATEGUI
Viernes, 12 de mayo 2006, 02:00
FERNANDO León otorgó tanta dignidad a unas prostitutas que acabó bautizándolas princesas. El director Chema Rodríguez (Sevilla, 1967) vivía en un suburbio de Guatemala para escribir un libro sobre pandilleros cuando descubrió la calle de La Línea, junto a la vía del tren que atraviesa la capital de camino al Océano Pacífico. Allí prestan sus servicios más de un centenar de prostitutas, amenazadas por violaciones constantes y asesinatos impunes. El director español les animó a que se organizaran para que su protesta alcanzara resonancia. «Ellas querían demostrar que no son animales raros, sino gente corriente con hijos, pasiones y sueños. Y yo les propuse un medio distinto para hacerlo», detalla Rodríguez.
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Formar un equipo de fútbol en un país tan machista como es el caso de Guatemala podía verse como una provocación. Pero que estas mujeres acosadas a diario por la policía decidieran competir en un torneo local ya fue el colmo. «Hubo mucho rechazo. Primero nos tacharon de izquierdistas peligrosos, después nos acusaron de estar haciendo una película pornográfica. También nos apoyó gente que regaló balones y camisetas, y que hizo posible que el equipo pudiera jugar unos veinte partidos», recuerda el cineasta.
El campeonato de fútbol es la excusa que Chema Rodríguez utiliza para rodar un documental que refleja las condiciones de vida de las protagonistas y, de paso, la idiosincrasia de Guatemala, «un contexto absolutamente salvaje, donde cada día mueren dos mujeres a causa de la violencia, la mayoría de ellas prostitutas».
Un cambio de vida
A dos dólares el servicio, las 'estrellas' de La Línea acabaron siendo expulsadas del campeonato local pese a las muestras de solidaridad que recibieron. Su historia generó en el país una polémica y transformó la vida de las fugaces futbolistas. Como le ocurrió a Marina, una prostituta de 66 años que acompañó al director al Festival de Málaga-Cine Español -donde la película recibió una mención especial-. Marina perdió un ojo en una borrachera con un antiguo amante y sobrevive vendiendo condones. A ella y a las demás se refiere la pancarta de apoyo el día del gran partido: «Mujeres y madres».
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