

Secciones
Servicios
Destacamos
O. L. BELATEGUI
Viernes, 3 de febrero 2006, 01:00
MANUEL Gutiérrez Aragón ya se concilió con sus orígenes cubanos en 'Cosas que dejé en La Habana'. Con 'Una rosa de Francia' se permite el lujazo de rodar un melodrama «de amor y aventuras» en la Cuba de los años 50. El guión está escrito expresamente para Jorge Perugorría, un seductor canalla que transporta emigrantes clandestinos a los que promete Nueva York y abandona a su suerte en un solitario cayo. Una adolescente hará que el protagonista pierda el juicio y se enfrente por ella a su protegido.
'Una rosa de Francia' desconcierta a priori al provenir del autor de 'Feroz' y 'Demonios en el jardín'. Parece un melodrama 'retro', pero posee la fuerza metafórica habitual del director cántabro: aparece un villano carismático, cubanos que quieren huir de la isla, prostitución ; no hay que leer entre líneas para establecer paralelismos con el presente. El director de fotografía Alfredo Mayo consigue recrear el ambiente ensoñador de la isla al inicio del Gobierno de Batista: las cafeterías de imitación estadounidense, las fiestas a la luz de la luna caribeña, el prostíbulo donde las chicas se acicalan en bidés dispuesto en círculo.
El envoltorio no flaquea, lo hace el triángulo pasional que no desprende emoción sino aroma a cliché. El joven actor español Álex González (sí, el novio de Chenoa) se limita a lucir su tórax de gimnasio. Carece de recursos actorales para plantarle cara al curtido Perugorría. El descubrimiento del filme se llama Ana Celia de Armas, cuyo fascinante rostro adora la cámara.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.