![«Ponerse en el precipicio y arriesgarse es la única manera de crecer como actriz»](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/05/05/files_2023-05-16_12_29_02-k4x-U200225575330xnF-1200x840@RC.jpg)
María León
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María León
Que la ficción española está en un buen momento es un hecho y solo hace falta echar un vistazo al currículo de trabajo de la actriz María León (Sevilla, 38 años) para corroborarlo. La sevillana estrenó el pasado año media docena de producciones y este ... año va por el mismo camino. 'El hijo zurdo', estrenada hace unas semanas en Movistar Plus+, es uno de los más relevantes. Ganadora a la mejor serie corta en el festival Canneseries, a lo largo de sus seis capítulos, María León da vida a Lola, una madre que descubre en comisaria que su hijo de 17 años pertenece a un grupo neonazi y acaba de dar una paliza a un marroquí. Sumida en una depresión, tratará de rearmarse para reconectar con su hijo y sacarlo de ahí.
-Después de dar vida a tantos personajes y sobre todo con la carga de trabajo que ha tenido en los últimos meses, ¿uno acaba olvidándose un poco de quién es?
-Todo lo contrario. Cuando uno hace tantos personajes, realmente tiene que tener el centro como más dibujado que nunca para poder acompañarlos y no irte con ellos, ¿no? Porque si no, estaríamos en un psiquiátrico (ríe).
-Tengo entendido que la idea inicial era que diera vida a Maru ¿Cómo fue el cambio a Lola? ¿Qué pasó ahí?
-Pues fue algo muy bonito y muy mágico, la verdad. Fale (Rafael Cobos) ha estado tomando decisiones constantemente con esta serie y se ha implicado mucho en saber el riesgo y la responsabilidad que tenía, no solo como guionista ni como creador, sino como director a la hora de ir componiendo este casting. Yo tenía el papel de Maru y fui a ayudar a buscar a Lola. Hicimos varios castings con muchísimas actrices, todas con una calidad actoral tremenda, pero había algo mágico que pasaba y que a Fale le sucedió durante el casting, que fue que se le ocurrió de repente que fuese yo Lola. Supongo que algo vio en mí en todos estos castings, en todo este juego, que creyó que yo sería capaz de empatizar con esa carga emocional. Esa fue mi suerte, que Fale tuvo esa iluminación y se le ocurrió. Me lo propuso, sabiendo que podía decirle que no, porque no era un personaje fácil, porque tenía mucha carga y porque ya estaba abrazando a Maru desde un lugar bastante íntimo. Me comentó que sabía que me iba a parecer una locura, pero me transmitió su fe y su admiración hacia mi función actoral y me sentí la mujer más afortunada del mundo, la verdad.
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Iker Cortés
-Vamos, que le gustan los retos y las locuras.
-Claro, mucho. Para mí como actriz hacer el personaje de Lola era ponerme en el precipicio y eso me gusta. Llevo 14 años rodando y trabajando y haciendo muchos personajes, pero creo que poniéndote en el precipicio y arriesgándote es la única manera que uno tiene de crecer, porque si no, nos quedamos siempre en un lugar. Yo no he sido una persona que quedarme quieta en un sitio.
-¿Qué le atrapó de la historia y del personaje?
-Todo. Me atrapó la intensidad, ese thriller emocional, el poder contar un personaje que no es una heroína, que empieza desde un punto de partida bastante desdibujado. Para mí el reto era acompañarla, entenderla y comprenderla en el error, en la vulnerabilidad, en la oscuridad, para poder descubrirse a sí misma y entender que es una la única que tiene la responsabilidad de dibujarse, para poder dibujar a los demás y a la gente que quieres a tu alrededor.
-Lola es un personaje roto al inicio de la serie. Descubre entonces que su hijo es neonazi y a partir de ahí intenta reconectar con él. ¿El amor de una madre es el amor más incondicional que existe?
-Pues no lo sé. Yo creo que es el amor más animal, más de tripa. Y sí que es el amor más directo. Cuando Lola se da cuenta que no tiene ni idea de quién es su hijo, es cuando se da cuenta que no tiene ni idea de quién es ella. Y es su hijo quien le da la oportunidad de tomar la decisión de encontrarse. Y Lola decide encontrarse para poder encontrar a su hijo. Es verdad que ella no tiene la capacidad de mirarse y de amarse a sí misma, como la tiene con su hijo. En el momento en que, tras ese amor incondicional que tiene hacia ese niño, se le ilumina la luz y se para y detiene a mirarlo, es cuando se da cuenta que ella no está dibujada. Y ese efecto espejo que le hace su hijo a ella es su salvación. Es el aprendizaje vital que tendría que haber tenido ella anteriormente, que por ella misma no lo hubiese hecho. Por su hijo, ha sido capaz de reconstruirse.
-Cuando una persona construye un personaje como este, ¿inevitablemente mira hacia su madre y piensa también en su adolescencia?
-No, porque entonces me iría a la Carmina. Tuve que hacer como versiones diferentes de una María que podía haber sido, pero que nunca fue. Y eso fue otro tipo de trabajo. En este caso yo he tenido que estar con Lola, escuchar a Lola, entender a Lola y entender a su familia también. Entender los miedos que tiene su familia y las carencias a la hora de escucharla por ser diferente. En eso sí me he sentido identificada con Lola.
-Ser diferente lleva aparejada a veces una connotación negativa...
-El hecho de ser diferente hace que te pongan etiquetas porque te tienen miedo y te quieren anular, te quieren coartar, te quieren castrar. Y para mí ha sido una investigación total, porque yo en mi familia no veo ningún tipo de referente. Mi madre es anarquista y mi madre ha hecho todo lo contrario, siempre le ha parecido bien todo lo que hiciéramos. Todo lo que hemos hecho ha sido por decisión nuestra y también tomando un riesgo y sabiendo que si nos equivocamos, somos nosotros mismos los que tenemos que aprender. Creo que por eso hemos sido siempre tan responsables, porque hemos tenido esa libertad. En el caso de Lola, no, ha habido una castración absoluta porque su madre quiere que ella sea religiosa, no quiere que escriba porque le parece que eso es diferenciarse y ser algo raro. Ser artista es algo malo, hay que estar dentro de la vía y cuanto menos te salgas del lugar, más tranquilo vas a vivir. Creo que ese es un miedo que tiene la familia de Lola y que se lo han transmitido y de ahí su problema con el alcohol y de ahí esta muerte en vida que tiene ella y que la vemos cuando comienza el capítulo.
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-¿Cuáles han sido las mayores dificultades del rodaje?
-Ha sido muy difícil trabajar todo el tiempo con un 50, una cámara que no te deja prácticamente respirar, ni siquiera ver a tu compañero. La cámara y yo éramos una. Había muchísimas veces que la réplica yo se la daba a la cámara. Yo no tenía unos ojos, no tenía un actor con quien hablar. Y el calor, por supuesto, porque hemos estado bajo 50 grados. Ha sido complicadísimo sobrevivir. La gente del equipo caía como moscas. O sea, teníamos una enfermera constantemente tomándonos la temperatura. Ha sido muy peligroso rodar esta serie porque había momentos muy extremos (ríe).
-¿Y en el personaje?
-Lo más difícil era mantener esa contención que tiene Lola. Yo soy una persona que no tengo nada que ver con ella, soy muy extrovertida, tengo mucha energía, soy muy nerviosa, muy activa, y mantener esa contención, esa emoción contenida, es de las dificultades más fuertes a las que yo me he enfrentado, pero creo que es lo que más me ha enseñado. He aprendido mucho con esta serie. Creo que he creado técnicas nuevas en mi propia cajita de herramientas. Los actores siempre tendemos a hacer cosas porque nos gusta que nos digan las palabras y que nos digan las acciones. En este caso no había palabras ni había acción.
-Ha rodado esta serie, 'Noche de chicas', 'Mentiras pasajeras', 'Cerrar los ojos' con Víctor Erice... Qué pasada, ¿no?
-No viví (ríe). Ha sido un año... De hecho estuve solamente un día en la playa, que fue el día de mi cumpleaños, porque me pilló rodando en Sevilla. Mi hermano Paco me hizo una cena en Cádiz y me fui un sábado y me volví el domingo. Fue el único día de mar que tuve. El resto fue todo el verano en Sevilla. Y venía de estar un mes rodando en la sierra 'Noche de chicas'. Y entre col y col me rodé 'Mentiras pasajeras'. He sido muy feliz porque a mí me gusta mucho trabajar, la verdad. Y tengo que reconocer que ha sido un año muy duro, físicamente muy cansado, pero le he puesto mucha fuerza y mucho corazón. Y yo creo que ahora me van a venir cosas muy beneficiosas, muy bonitas, como poder mostrar este tipo de trabajo. Ha merecido la pena, pero el año pasado casi pierdo el color del ojo (ríe). Pero me siento afortunada, ¿eh?
-¿Se acaba el miedo al año en blanco en algún momento?
-Yo no te voy a mentir y te voy a ser completamente honesta. Y cuando hay tanta pasión y tanto amor por algo, siempre existe un poquito de miedo. Es una profesión muy complicada. Ser actor no es ser famoso ni salir en las fotos, ser actor es currar como un obrero de pico y pala y madrugar y echar. Así que sí, da miedo que de repente no te llegue un proyecto a casa o que no te digan que te tengas que levantar a las cinco de la mañana. Pero yo soy un poco intensa y pesada y vivo constantemente trabajando. Es decir, en mi casa, cuando no tengo trabajo, estoy inventando. Y cuando no, estoy escribiendo o bailando. Creo que esos parones en los que no tenemos un resultado que dar es donde tenemos que meternos como en una piscina, dentro de nosotros mismos, y no parar la máquina, aunque sea sin dar resultados, probar cosas para que cuando te lleguen los proyectos digas puedas emplear lo que has estado trabajando en casa. Creo que la interpretación es un trabajo de fondo y de constante reciclaje. Y yo no dejo de reciclarme nunca. Se trata de cambiar la visión para que el miedo no te gane, porque si no te quedas esperando a que alguien te vea o metido en Instagram.
-Después de tantos años, ¿qué tiene que tener un papel para que lo coja?
-Pues que cuente una historia. En eso sí que me he visto crecer. Antes no tenía tanto criterio como para poder elegir un personaje que me interesara o que contara algo. También es verdad que hasta hace muy poquito era mucho más difícil y los personajes femeninos eran la hija, la hermana, la madre... Pero no tenían una identidad propia que contar. Y por suerte los personajes que están llegando ahora sí tienen cosas que contar.
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