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Es digna de estudio la carrera reciente de Liam Neeson (Ballymena, Irlanda del Norte, 1952) como veterano hombre de acción. Atrás quedan interpretaciones para la gloria como 'La lista de Schlinder'. Ahora se dedica a repartir mamporros y perseguir a los malos con la friolera ... de 70 primaveras, una edad que no parece empujarle a la jubilación. Se muestra reacio a abandonar ciertos papeles que requieren el riesgo físico en el rodaje, o quizás es para lo único que le llaman últimamente, a pesar de su notable valía en el encuadre.
'El mediador' se une a esta tendencia imparable en la filmografía de la cara bajo las vendas de 'Darkman', una buena de superhéroes firmada en su día por Sam Raimi. El último estreno del rostro de 'Michael Collins' casi coincide en la cartelera con 'La memoria de un asesino', donde al menos encarnaba a un implacable asesino a sueldo con problemas de alzhéimer. Esta vez, bajo las órdenes de Mark Williams, con el cual ya filmó 'Un ladrón honesto', defiende el rol algo manido de un agente del FBI especializado en rescatar a compañeros de filas que se han metido en un lío.
Sus misiones de rescate son ingeniosas. Cual MacGyver es capaz de emplear cualquier objeto para salir al paso y resolver situaciones embarazosas. Obsesionado con vigilar todo al máximo a su alrededor, y mantener el orden, sus manías como profesional le crean serios problemas familiares.
Una de las últimas tareas del protagonista de 'El mediador' le implica en una conspiración inesperada en la que hay demasiada gente afín salpicada, incluidos algún jerifalte y colegas de profesión. Salvar el pellejo, resolver el asunto y proteger a los suyos vertebra la acción de una película que hemos visto una y mil veces, lo que no quiere decir que sea incapaz de entretener. El personaje de Neeson ve tambalearse su código moral. Debe tomar decisiones que ponen en entredicho su ética, pero no se rompe ningún esquema. Nada que no imaginemos.
A su edad, el experimentado actor no para de estrenar este tipo de cine. Lo extraño es que no hayan puesto la palabra «venganza» en el título en castellano, como en 'Venganza bajo cero', para remitir directamente a la saga que le catapultó como héroe de acción otoñal. Lleva más de una década siendo reconocido irremediablemente como un tipo duro que no se anda con tonterías a la hora de repartir estopa, como bien ha demostrado en varios thrillers de ritmo acelerado dirigidos por Jaume Collet-Serra: 'Sin identidad', 'Non-Stop', 'Una noche para sobrevivir' o 'El pasajero'.
Cuando otros artistas reconocidos se decantan a su edad por las comedias románticas, Neeson le da al gatillo con algarabía, salta y brinca con devoción, cultivando su afán de proteger a la familia, esta vez a su nieta, para introducir un mínimo de originalidad en una propuesta que atiende a un efectivo esquema que no da lugar a sorpresas. Williams, realizador en la recomendable serie 'Orzak', se muestra correcto tras la cámara, aunque chocan algunas resoluciones videocliperas en montaje que no siempre vienen a cuento. Partiendo de una trama tan obvia, poco se puede hacer salvo cumplir con el expediente e intentar no aburrir al espectador motivado -se agradecen ciertos toques de humor imprevistos-. Acompañan al entregado Neeson en la fórmula, Aidan Quinn ('Leyenda de pasión'), Taylor John Smith ('La chica salvaje') y Emmy Raver-Lampman, una de las heroínas desastrosas de 'The Umbrella Academy'.
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