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'Érase una vez en Euskadi' podría titularse 'Maquetos', y ese fue efectivamente el título que barajó Manu Gómez (Arrasate, 1973) para su ópera prima, en la que echa mano de sus recuerdos como hijo de inmigrantes en la Euskadi de 1985. Suena el 'What ... a Wonderful World' en versión de Joey Ramone y los cuatro chavales protagonistas se dedican a su pasatiempo favorito: recoger las pelotas de goma que alfombran las calles tras una manifestación. Eran juguetes gratis y una metáfora perfecta y terrible para mostrar qué significó crecer en un País Vasco marcado por el terrorismo, el paro y la droga.
Estrenada en el Festival de San Sebastián, 'Érase una vez en Euskadi' es una historia de iniciación como tantas que hemos visto, que transcurre a lo largo de un lluvioso verano en una localidad guipuzcoana de la que no se dice el nombre, pero que resulta muy reconocible, encajonada entre montañas, con los talleres y las casas de los emigrantes al borde del río. Las manifestaciones a favor de ETA forman parte de la rutina para una pandilla que conoce en casa los estragos del desempleo, la heroína y el sida. «¿Tu hermano quiere ser de la ETA? ¡Si es maqueto, si os apellidáis Romero Cabezas!», se escucha en una cinta con interesantes apuntes a costa de la emigración en el País Vasco, un tema apenas tratado en el cine.
Ahí está el personaje de Vicente Romero, un andaluz emperrado en llevar txapela y en escuchar la radio en euskera aunque no entienda el idioma. O esa familia que llora sola a su hijo en el funeral en el ayuntamiento, después de que la izquierda abertzale se apropiara de su memoria. «Entrar en ese mundo era una forma inmediata de integrarse y de tener un estatus en el pueblo», apunta el director.
La Polla Records, Los Enemigos y Fito Cabrales suenan en este cuento nostálgico protagonizado por cuatro chavales que rebosan vida (Asier Flores, Aitor Calderón, Miguel Rivera y Hugo García), acompañados de actores consagrados como Luis Callejo, Marian Álvarez y Yon González. Aunque a veces resulte previsible y se eche de menos más chicha dramática, 'Érase una vez...' tocará el corazón del espectador que creció jugando con su cuadrilla en las calles de Euskadi en los 80, mientras en casa sus padres estaban más preocupados por llegar a fin de mes que por la liberación del país.
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