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Hacía dos años que ETA había dejado de matar. En el verano de 2013, Telecinco Cinema rodaba una comedia romántica que sacaba chispas del choque cultural. Un sevillano de pura cepa, cofrade y del Betis, se hacía pasar por borroka para ganarse el amor de ... una vasca. Era el primer papel protagonista de Dani Rovira, hasta entonces monologuista en 'El club de la comedia'. Karra Elejalde daba vida al padre de la chica (Clara Lago), un arrantzale que bautizó a su barco 'Sabino III' y que exige al pretendiente de su hija el RH negativo.
–Me recuerdas a otro novio de mi hija que era del Sur. De Vitoria. Pero tenía ocho apellidos vascos.
–Yo también los tengo, y con muchas k: Urdangarin, Zubizarreta, Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Otegi y ehhh... Clemente.
–¿Clemente? No jodas. Ese apellido no es vasco.
El filme de Emilio Martínez Lázaro llegó a las salas el 14 de marzo de 2014. Recaudó casi 3 millones de euros el fin de semana de su estreno y se mantuvo en lo más alto durante nueve semanas consecutivas. La película española más taquillera de todos los tiempos amasó 56,2 millones de euros y llevó a los cines a 9,5 millones de espectadores. Solo 'Avatar' ha logrado una mayor recaudación en nuestro país.
'8 apellidos vascos' no salió de la nada. Detrás estaban Borja Cobeaga y Diego San José, padres del primer programa que osó sacar punta a temas tabú en Euskadi: 'Vaya semanita'. Aquella «comedia regional que se ríe del ombliguismo y de algunas tonterías del hecho diferencial», en definición de Cobeaga, se mofaba efectivamente con sana incorrección política de los estereotipos de lo vasco y de su imagen fuera de Euskadi. Había chanzas a cuenta de la meteorología, el culto a la buena mesa y el supuesto carácter arisco de las vascas y su flequillo.
También se bromeaba sobre ETA y la kale borroka. «Cuando la película se convirtió en un bombazo económico me invitaban a tertulias donde se decía que había tenido éxito porque hablaba de la reconciliación de las dos Españas. Me daba verguenza ajena», recuerda Emilio Martínez Lázaro. «'8 apellidos vascos' hacía reír porque tenía unos actores fantásticos, como Karra Elejalde, que imitaba a un tío suyo que habla euskera, porque él no lo habla ni su padre tampoco. Pero sobre todo triunfó porque bromeaba con ETA, que ya no existía. Ese es el secreto de su éxito», zanja el director.
«Si ETA hubiera seguido dando tiros no habría bromeado sobre ella ni dios, yo el primero», prosigue Martínez Lázaro. «Se produjo un efecto liberador, una euforia. Diez años después, la han visto millones de españoles, porque lo del cine es una broma al lado de los espectadores en televisión. Por eso me cabreo tanto cuando ahora se vuelve a hablar de ETA como si siguiera matando. Toda España fue capaz de reírse sin miedo. ¿Cómo es posible que el Partido Popular siga explotando de modo miserable ese miedo? Y no hablo más de política».
Carmen Machi encarnaba en la cinta a una viuda de un guardia civil que quedaba prendada del rudo abertzale al que daba vida Karra Elejalde. Un personaje que hubiera provocado incomodidad unos años atrás. «Nos hemos preguntado muchas veces en el chat que creamos en el rodaje por qué fue un fenómeno estratosférico. Veo complicado que se supere su éxito», reflexiona la actriz, que ganó el Goya por aquel papel (también lo obtuvieron Karra Elejalde, como actor de reparto, y Dani Rovira al actor revelación). «Que tuviera tanta aceptación en el País Vasco fue una maravilla. El 99,9% del equipo era vasco. Y se partían de risa mientras rodábamos porque se veían reflejados. Siento amor y orgullo por haber participado en la película».
Machi destaca «la transgresión» de su personaje y el hecho de que los cines vascos fueran los que estaban más llenos. «Vosotros abristeis el camino, erais los que teníais que dar la aprobación. Recuerdo que se reabrieron salas y que en complejos de varias salas se proyectaba en todas. Se cargó a superproducciones americanas de superhéroes y la gente iba varias veces a verla. Yo viajaba por trabajo a Latinoamérica y la película aguantó meses en la cartelera de países donde había vascos. Fue un fenómeno social».
El coguionista Diego San José todavía conserva un DVD adquirido en el 'top manta' de la Glorieta de Atocha, que en realidad contenía un cedé de sevillanas. «Me acuerdo que en Sevilla se revendían entradas para el cine en Milanuncios.com. Nunca pensé que iba a participar en algo que iba a durar diez años», observa el creador de 'Vota Juan', inmerso estos días en el rodaje de su serie 'Celeste'.
'Vaya semanita' llevaba desde 2003 en ETB riéndose de los mismos temas. «Era un fenómeno local, un secreto a voces. Con '8 apellidos' se produjo una catarsis, una comunión de toda España. Una herriko taberna o un pañuelo palestino solo habían aparecido en el contexto de un Telediario, tenían una imagen cultural negativa. Por fin podíamos dar carpetazo y reírnos de esos iconos», explica su autor.
San José y Cobeaga no sufrieron ninguna censura en un guion donde solo hay una mención a ETA: cuando Rafa (Dani Rovira) dice en la cárcel que pertenece al Comando G. «De Gipuzkoa». «Domesticamos el grado de transgresión durante la escritura», argumenta San José, que atribuye la normalización de la situación en Euskadi que propició el filme «a la madurez del público de toda España».
Dos años después del fenómeno, que hasta originó un aluvión turístico en Euskadi, llegó '8 apellidos catalanes', que con 36,2 millones de euros y 5,8 millones de espectadores se convirtió en la tercera cinta española más taquillera de la historia. «No me gustaba mucho, no estaba bien conseguida», admite Emilio Martínez Lázaro. «Improvisé el final en el rodaje. Había que sacar la película adelante porque tenía que hacer mucho dinero, esas cosas horribles de Paolo Vasile». El pasado año, '8 apellidos marroquís', que solo mantiene ya a los productores, fue la cinta española que más recaudó.
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