'Hasta el cielo', la última película del cineasta Daniel Calparsoro, no esconde lo que es: un producto dirigido, en mayor medida, al público juvenil. De ahí que su protagonista, Miguel Herrán, sea uno de los rostros más populares del momento, ... tras darse a conocer en series tan del gusto adolescente como 'La casa de papel' o 'Élite'. El actor da vida aquí a Ángel, un chico procedente de un barrio marginal, enamorado hasta los huesos de Estrella, a la que da vida Carolina Yuste ('Carmen y Lola'), una joven de armas tomar que trabaja en una peluquería de la zona. Un fin de semana, en la discoteca Fabrik, él y el novio de ella, Poli, tienen una pelea motivada por los celos. El ímpetu del chaval impresiona tanto a Poli que al día siguiente le ofrece participar en un robo. Ángel comienza así una meteórica carrera como delincuente, marcada por la ambición.
Cuenta el cineasta que el proyecto surgió hace unos años, cuando vio un reportaje de 'Equipo de investigación', el programa que Glòria Serra dirige en La Sexta, que trataba sobre aluniceros y una serie bandas organizadas en Madrid. «Descubrí un universo nuevo para mí. Me llamaba la atención que no se hubiera tratado cinematográficamente antes y eso me interesó muchísimo», explica.
Con esos mimbres, la historia da la oportunidad a Calparsoro de volver a deslumbrar con unas secuencias de acción bien planificadas y de ritmo frenético. Los alunizajes, las persecuciones al volante y los atracos a mano armada permiten al cineasta lucirse una vez más en una película que cumple su principal cometido: entretener. Con un guion firmado por Jorge Guerricaechevarría, 'Hasta el cielo', en cambio, está menos fina cuando trata de encontrar el equilibrio entre tanta adrenalina y se centra en la historia de amor que viven sus dos personajes principales, cuyos actores resuelven correctamente la papeleta, o cuando pone sobre la mesa ciertos toques de crítica social acerca de la falta de oportunidades de las clases más empobrecidas y marginales o de la corrupción policial. En este último aspecto y con unos personajes más bien planos -de nada sirve que Luis Tosar de vida a Rogelio, propietario de una empresa de transportes a quien todos rinden pleitesia-, la cinta engancha menos y emociona lo justo.
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