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'La brigada de la cocina' llega a las salas aprovechando la fascinación que parece despertar en los últimos tiempos el mundo de la gastronomía. De repente, todos nos hemos vueltos 'foodies', obsesionados por descubrir el restaurante de moda con nuevos sabores, elevamos a los ... cocineros a la categoría de comunicadores sociales y seguimos concursos televisivos que adoptan la dramaturgia de los realities y donde, digámoslo claro, no se aprende demasiado de cocina. El director Louis-Julien Petit arranca su quinto largometraje con el frenesí entre fogones que hemos visto tantas veces y que llegaba al paroxismo en 'Hierve', esa pesadilla en tiempo real de un chef sobrepasado y disoluto disponible en Filmin.
Cathy (Audrey Lamy) es una veterana profesional empeñada en que sus platos estén lo más ricos posible. Una cocinera de altura que trabaja como segunda de una chef estrella a la que le preocupa más salir sonriente por la tele que cuidar a su equipo. Cansada de sus modos dictatoriales, de que no se tenga en cuenta su opinión, la protagonista da un portazo al restaurante de moda y con cuarenta años se queda en la calle. El único empleo que le sale es de marmitona en un centro de menores inmigrantes no acompañados, donde hasta su llegada se conformaban con el rancho de raviolis en lata. Lo que sucede a continuación es previsible. Los deliciosos menús que elabora la temperamental chef abrirán el paladar de los chicos, que también se animarán a ponerse el delantal.
«Cathy está inspirada en diferentes mujeres chef que conocí durante mi trabajo de investigación y se convirtió en la heroína que me ha permitido integrar este universo», revela Louis-Julien Petit, que ambientó su anterior trabajo, 'Las invisibles', en un centro de acogida para mujeres sin recursos. «Se trata de una testaruda cocinera que siempre ha soñado con ser chef y que, al quedarse sin opciones, se ve obligada a trabajar unos meses en un centro de acogida para jóvenes migrantes. Ella no lo sabe todavía, pero a través de este trabajo hará realidad su sueño de otra manera y todo gracias a una cualidad que no sospechaba que poseía: la pedagogía. Así que acabará convirtiéndose en chef a su manera, recreando una verdadera familia dentro del centro de acogida».
François Cluzet (protagonista de 'Intocable') como director del centro y un montón de chavales que resultan un prodigio de naturalidad acompañan a Audrey Lamy en esta combinación de comedia culinaria y drama social, que abraza sin recato los modos de la 'feel good movie', esas películas que consiguen que salgamos de la sala con una sonrisa. El espectador adopta la mirada de una protagonista egocéntrica y obsesionada con su trabajo, que pronto comprenderá el drama de unos menores sobre los que se cierne la amenaza de la expulsión en cuanto cumplen 18 años. «El reto consistía en tratar con realismo el problema de los menores migrantes, sin eludir la espada de Damocles que pesa sobre sus cabezas, la de la expulsión si no consiguen una titulación antes de los 18, pero manteniendo una buena dosis de humor y optimismo», apunta el director.
Vamos, como si 'Ratatouille' la hubiera dirigido Ken Loach. En su último tercio, 'La brigada de la cocina' adopta un tono más paródico y se ríe de los programas tipo 'MasterChef' con un concurso en el que participa la protagonista, aunque su propósito no sea ganarlo precisamente. Quizá estemos ante una cinta facilona y previsible, pero resulta inevitable no sentir simpatía por su mensaje de defensa de la integración y por estos menas que regresan a su país y a su infancia cuando prueban platos cocinados con amor. A Anton Ego, el crítico culinario de 'Ratatouille' también le ocurría: no hay nada como el paladar para volver a ser un niño.
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