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Málaga tendrá en primavera una Zona de... Iguales Emisiones. El Ayuntamiento se ha gastado una pasta y ha comprado unos equipos tecnológicos de ultimísima generación; vamos, que ni en el mismísimo CNI tienen los sistemas de reconocimiento por imagen que gastamos aquí. Media ciudad ha ... estado levantada en obras para abrir las calles e instalar los cables, las cámaras, los postes, las señales... Han sido necesarias aprobaciones administrativas, permisos, hasta una prórroga hubo que pedirle al Gobierno central.
Con tanto lío, la Zona de Bajas Emisiones perdió lo de la baja por el camino, que realmente era la razón de ser de semejante despliegue: lograr reducir la contaminación derivada del tráfico privado. Eso sí: nos ha quedado una enorme zona videovigilada, donde se podrá saber hasta cuántos paseos da la Mari de turno cada día para ir a recoger a los niños al colegio. Y donde prácticamente todo el mundo podrá seguir entrando con su tartana del siglo pasado, por más que el humo negro del tubo de escape no deje ver el cielo tras de sí durante un buen rato.
Al final, el Ayuntamiento de Málaga ha decidido penalizar únicamente a los vecinos del área metropolitana que tengan coches muy antiguos. Para los malagueños capitalinos, se complican las transferencias de los llamados turismos 'mileuristas' (que son, dicho sea de paso, los que tienen más mercado), porque estos perderán su derecho a acceder a la zona pseudo restringida una vez que se vendan.
Poco más en este ruidoso trajín sin nueces que está siendo la implantación de la ZBE. Al menos durante los próximos tres años, ningún vecino de la capital estará obligado a cambiar de coche, con la ordenanza municipal en la mano. Otra cosa es lo que diga luego la ley estatal, que dudo mucho que se quede en algo tan 'light'. Después de semejante despliegue, echo de menos un poco más de ambición ambiental, y que, como mínimo, los vehículos que no tienen etiqueta, que son los más contaminantes, tuvieran que dejar de circular por las calles más saturadas.
Pero la economía manda, y la realidad es que la gente aguanta sus viejas cascarrias hasta que se caen a pedazos, porque muy pocos se pueden permitir los flamantes automóviles híbridos y eléctricos; y encima la gasolina está otra vez a un precio razonable. Visto lo visto, con un par de señales y unos guardias que se dieran una vuelta poniendo multas, el problema estaría resuelto, que es como lo han hecho en otros municipios que no son la 'smartcity' de Málaga. Para este coladero, no hacían falta tantas alforjas.
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