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El feminismo es seda cansada. De un pañuelo que la política deshiló. La mujer presa entre las costuras del discurso excluyente. Una tela agotada que ... se refugia en el bolsillo del poder. La oportunidad secuestrada. Una causa justa vampirizada por los propios. El 8M con una pancarta sin mujeres.
No está todo perdido aunque haya muchas razones para pensarlo. Es verdad que la antigua directora del Instituto de las Mujeres tuvo que ser cesada al conocerse que su activismo y compromiso era sólo una forma de hacer negocio, ya que su empresa recibió al menos sesenta y cuatro contratos públicos de ayuntamientos gobernados por el PSOE para gestionar los puntos violeta contra la violencia de género. Qué decir de los salvadores del feminismo patrio con pelo en el pecho. El Tito Berni, diputado socialista de pro, presumía de feminista en Whatsapp exhibiendo el eslogan reivindicativo del 8-M: «Ni un paso atrás». Menos cuando había que darlo para abrir la puerta de un prostíbulo, después de que ese día su partido condenara la prostitución en el Congreso, coincidiendo con el Día Internacional Contra la Explotación Sexual de Mujeres y Niños.
El exministro Abalos alardeó en un vídeo del PSOE de «ser feminista por ser socialista». El resto de la historia la conocemos. Posteriormente supimos las razones de la espantá del hipócrita de Íñigo Errejón, así como el capítulo de Juan Carlos Monedero, y su particular forma de ejercer la docencia entre sus alumnas y correligionarias. En todos estos casos citados, ni sus formaciones políticas ni los colectivos feministas relacionados con las mismas, fueron los que los destaparon y se enfrentaron a ellos con determinación. Todo lo contrario. Estos personajes que hicieron del feminismo más radical una de las razones de su existencia han acabado siendo denunciados y apartados por un particular #Metoo de las propias simpatizantes de su espacio ideológico que primero los admiraron y luego los repudiaron por sus comportamientos con ellas. Algunos medios de comunicación, supuestos paladines del feminismo, tampoco se atrevieron a denunciar este tipo de excesos, sepultando así las ilusiones de tantas mujeres que se sintieron maltratadas por los suyos. Una auténtica conspiración del silencio para mantenerse en el poder a cualquier precio.
La valentía de unas pocas mujeres con nombre y apellido han construido un auténtico nuevo movimiento que podría denominarse #YouToo, en el que se atreven a denunciar públicamente a los dirigentes de las formaciones que las han traicionado de la forma más vil. Es la gran impostura de una izquierda hipócrita que sigue utilizando la causa del feminismo sólo como estrategia electoral, como si de un pañuelo se tratara. «Somos la creación de nuestra adversidad», defendía Umbral, seguro que el feminismo #YouToo habrá aprendido la lección.
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