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Dicen las más informadas fuentes -Jaime Bayly y Eugenio Narbaiza, entre ellas- que, durante la visita de Jorge y Delcy Rodríguez a la residencia del Embajador de España en Venezuela a primeros de septiembre se sirvió whisky (Chivas de 12 años) y chocolate venezolano. Una ... iniciativa del embajador, anfitrión de la cita en territorio diplomático español y, eso sí, que Exteriores niega que participara en las negociaciones. La firma ignominiosa del documento fruto de la extorsión, se intentó aderezar con un detalle lúdico, más banalización del mal. Se trataba del acuerdo para otorgar permiso de exilio a Edmundo González, el presidente electo de la República Dictatorial de Venezuela y ganador absoluto de las elecciones.
Ante la queja de la oposición de que la representación diplomática española acogiera la reunión, en la que bajo chantaje y amenazas se permite la salida del Presidente Edmundo González, el Gobierno de España ha salido en tromba negando haber participado como actor en el referido encuentro. Aceptar las conversaciones, prestar la estancia, escuchar las propuestas -en silencio o sin él-, formar parte del acuerdo -concesión expresa de asilo en España- y el whisky... Es incalificable. Y la frase que sobrevolaba: «o firmas o vas al Helicoide»... Cuanta vergüenza estamos pasando.
«Perdón», exige Albares, pedirles perdón por acusarles de haber colaborado en el frustrado blanqueo. No, ministro, el deber de acoger a Edmundo González es netamente nuestro, de España. Pero asistir y acompañar la amenaza y la violencia moral es pura indignidad, sólo escuchar cómo se produce, ya da buena muestra de una cierta catadura moral. No hay duda de que la mera presencia en Venezuela del ganador de las elecciones era indeseable para Nicolás Maduro y sus secuaces, librarse de Edmundo González fue el objetivo y para eso estaban Sánchez, Albares y el embajador Santos Martínez. También Eudoro González Bellán, amigo y enviado de Zapatero -dicen que presunto topo en la campaña de Edmundo-. En suma, todos ellos acudieron en auxilio de la dictadura. Después de eso, querer vestirse de limpio es imposible, los círculos no son cuadrados y la mentira permanente es insostenible.
Edmundo González tiene una hija en Venezuela, Mariana. Ella, sus hijos y su esposo, quisieron subir al avión de la Fuerza Aérea española para huir a España, pero los extorsionadores Rodríguez no lo consintieron. Tampoco volar a Bogotá para recalar en España. En Venezuela siguen, son rehenes del infiable régimen bolivariano... Y de testigo -como poco-, la Embajada de España. Los hechos son incontestables, Sánchez también ordenó votar que no al reconocimiento de la victoria de Edmundo González en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento Europeo. Whisky, chocolate y dictadura, no hay maquillaje que lo tape.
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