Visitar al delincuente

Todo, además, con el anticipo varias horas antes de la reunión, para muchos españoles indigna, de un ex presidente del Gobierno (Rodríguez Zapatero) de un país democrático (el nuestro) llamado Reino de España celebrada en un país extranjero para entrevistarse y encontrar de nuevo los apoyos necesarios de un prófugo de la Justicia española llamado Carlos Puigdemont. Fue en Suiza, donde también se 'fugan' capitales, repitiendo la mesa y la escena vivida el pasado enero en Waterloo (que siempre ha sonado a derrota, porque desde allí fue donde Napoleón 'picó billete' sin retorno a Santa Elena)...

No se sabe si Puigdemont seguirá el mismo camino, pero desde luego no queda muy bien eso de que un ex presidente español acuda a verlo casi en peregrinación a Suiza o a Bélgica, como si eso fuese normal, para hacerle rogativas, ni es normal, pero ahora mismo todo es confuso en un país dirigido por una persona a la que 'destituyeron' en su propio partido, no lo olvidemos, porque sus compañeros temían que podía llegar a hacer lo que está haciendo (es para un cuplé, vaya) y son los mismos que lo mandaron a Santa Elena (metafóricamente hablando) ahora lo aplauden con indisimulado y disciplinado acatamiento. Siete votos, por decisivos que sean, no pueden condicionar a un país ni por supuesto dejarlo en evidencia ante una comunidad internacional que se supone estupefacta por tal hecho. ¿Estupefacta por algo alguien hoy en Europa? Pues miren, ni eso, y si no miren la que hay formada... ¡Menuda época ésta, y además sin saber si hemos tocado el fondo de la sinrazón!