Han tenido que pasar muchos años, gobiernos de distintos colores y posiblemente centenares de miles de víctimas, pero por fin España se va a tomar ... en serio la persecución de los abusos sexuales en las entrañas de la Iglesia.

Publicidad

El Congreso de los Diputados acogerá una comisión de investigación en la que no solo participarán políticos, sino también miembros de la judicatura, psicólogos, profesionales y víctimas. Ya sabemos que la derecha -una vez más- se opondrá a conocer la verdad sobre estos hechos y reparar el daño causado, pero ahora nos falta conocer de qué lado se va a colocar la nobleza eclesiástica; en el de los violadores o en el de los violados. Estaría bien saberlo, ya que hasta la fecha la Iglesia como institución se ha dedicado de forma sistemática a proteger a los agresores, a los que mantenía en sus puestos junto a los niños a pesar de conocer el contenido de muchas de estas denuncias.

Hay quien podría tener la tentación de culpar a las familias, pero no olvidemos que ellas entregaban su confianza a unos párrocos y obispos que luego les traicionaban mostrando la peor -y más indigna- cara del corporativismo, tal y como mostraba sin matices 'Spotlight', el filme de 2015 que relataba los casos de abusos ocurridos en Boston, ocultados durante años por su Archidiócesis.

En este tiempo, países como Estados Unidos, Francia o Alemania han levantado las alfombras, en algunos casos con la colaboración de la Iglesia. El asunto incluso llegó a provocar la primera dimisión de un Papa (Benedicto XVI), mientras que en España la institución dirigida por el cardenal Omella parece que se pondrá de perfil, dando a entender que prefieren protegerse entre ellos que afrontar el problema y solucionarlo. Esto no es una cuestión de venganza, sino de conseguir que no haya más niños violados.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad