Verdades, mentiras y opiniones
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La verdad no admite matices cuando está verificada de forma notoria. La última bronca política sobre la instrucción penal relativa a la manifestación del 8M y el cese del Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid es un revoltijo donde se quiere confundir hechos con opiniones. Una verdad: hasta la declaración del estado de alarma (14-3) no existía mandato alguno de autoridades competentes que de manera directa o indirecta limitara el derecho fundamental de reunión (que como recordaba en esta columna la semana pasada, no está sometido a autorización, sino a mera comunicación y la posibilidad de prohibición o condicionante). Como jurista, entiendo que en ese momento el Delegado del Gobierno en Madrid no contaba con argumentos legales para prohibir esa manifestación. Otra verdad: el TS afirma que no es lo mismo la infracción de las normas administrativas que la prevaricación y que la jurisdicción penal no puede suplantar a la jurisdicción contencioso-administrativa (STS 583/2020). Mi opinión: sin un conocimiento directo de las actuaciones toda postura es provisional, pero a tenor de lo publicado, considero que este procedimiento penal no tiene recorrido jurídico alguno, máxime cuando en el informe remitido a la jueza, el rigor es más que discutible.
También es verdad que en nuestro derecho los funcionarios que actúan como Policía Judicial dependen de los jueces y fiscales en sus funciones de averiguación del delito, no podrán ser apartados de la investigación (salvo decisión del juez o fiscal) y deben guardar reserva sobre las investigaciones incluso frente a sus jefes si así lo impone el juez o fiscal, pero no es menos verdad que el coronel cesado no actuaba como policía judicial y que su nombramiento y cese es libre. ¿Un cese amparado en derecho es una injerencia en el ámbito judicial?: yo entiendo que no.
Creo que la verdad está arrinconada como especie en vía de extinción, la mentira está cotizando al alza y en los debates existen demasiados gritos y disparates. Muy mal estuvo el vicepresidente Iglesias acusando sin pruebas a Vox de intenciones golpistas, y se entra en el terreno directo de la mentira cuando Abascal afirma que España está al borde de una dictadura criminal o cuando la portavoz del PP Álvarez de Toledo califica de terrorista al padre de Iglesias (el actual eurodiputado de Vox Hermann Tertsch fue condenado por hacer eso). Hay que defender la devoción por la verdad y el desprecio a su negación absoluta: la mentira. España necesita cultivar una opinión pública inspirada en la formación, en la información veraz y en las convicciones, dirigida a la inteligencia y no a las tripas.
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