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Los barcos vienen y van, la mayor parte aprovechando los vientos, que soplan siempre de forma diferente, sin repetirse. En tanto la invasión de Ucrania permanece como noticia cotidiana, con muertos, heridos y refugiados, ahora ha llegado la actualidad de Taiwan, Pelosi y las maniobras ... chinas con fuego real. Las guerras son todas evitables, aunque unas más que otras. En estos casos, Putin debió abstenerse de ordenar invadir porque, vaya como vaya el caudal de acontecimientos, la cantidad de vidas sesgadas no tienen justificación. En el asunto de la inopinada visita de Nancy Pelosi a la isla, lejos de poder ser comparada con las iniciativas del Kremlin, sí que se desliza la idea de que ha sido una acción prescindible que quita más que da.
La isla de Formosa -Taiwan es un estado autónomo desde 1949, que se encuentra a 180 kilómetros de China. Ha sido posesión portuguesa, española, holandesa y japonesa-concretamente Japón la ocupó y gobernó hasta el día de su derrota en la II Guerra Mundial-. Aunque la Declaración de El Cairo de 1943 había previsto la devolución de Taiwan a China, ésta nunca se ha llevado a cabo. En diciembre de 1949, tras la derrota del nacionalista Chiang Kai-shek, las tropas, los gobernantes, los miembros del Kuomintang y élites intelectuales y empresariales chinas fueron trasladaos a Taiwan -unos dos millones de personas-. Ellos mantienen la denominación de República de China y por momentos llegaron a reclamar la soberanía de toda China -lo que hoy es la República Popular China, que a su vez reivindica para sí la soberanía de la isla-. Imaginen, 23 millones de taiwaneses frente a la reclamación de la China continental de 1400 millones de habitantes. Occidente, encabezado por USA, pide, exige y actúa, en favor del status quo, China no reconoce en la antigua Formosa más soberanía que la suya. Por todo ello, Taiwan hace años que es un aliado de los estadounidenses sin un expreso reconocimiento como estado independiente, que la prudencia de todos -con sobresaltos- ha mantenido tal cual. Así que, a estas alturas, con la actual y grave crisis política y económica, la presidenta de la Cámara de Representantes ha viajado allá y dado paso a un desencuentro de consecuencias y desenlace desconocidos. En Europa la política exterior se reserva exclusivamente a los gobiernos, no se puede saber qué es lo aplicable en EE UU en un caso así, pero el viaje de libérrimo de Pelosi es una iniciativa irreproducible en los países de la UE. La pregunta -aparte de la habitual de qué pasará en el futuro- es si el gesto de la Presidenta de la Cámara de Representantes favorecía a los taiwaneses o les creaba un problema hasta de supervivencia.
Los veranos, como cada instante, son aquel lugar en el que residimos, tan importantes como vitales, nada es más importante como cada instante, mientras éste transcurre, pues en ese -en este mismo- lo tenemos todo y de cómo ocurra y se dé dependemos por entero, quizá para siempre. Por cierto, en mes y pico -si sobrevivimos- liquidamos el estío.
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