Es una gran noticia que Unicaja se vaya a convertir en el quinto banco de España gracias a la absorción de Liberbank. Y lo es más aún que su sede social, así como la sede operativa principal, se queden en Málaga bajo la presidencia ejecutiva ... del malagueño Manuel Azuaga. El proceso de fusión ha sido complejo y lleno de obstáculos inauditos, pero finalmente han prevalecido los intereses de Unicaja Banco, sus buenos números y su arraigo territorial y social en Andalucía. Es evidente que la buena gestión de todo su equipo directivo en los últimos años ha sido un aval decisivo ante los supervisores del Banco Central Europeo y del propio Banco de España.
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Es un buen momento para reivindicar el valor de Unicaja como gran banco con identidad andaluza, capaz no sólo de configurarse como la quinta entidad de España sino de crecer en el futuro y sobrevivir de forma independiente en el complejo sistema financiero. No hay que dudar de ello como en el País Vasco nadie duda de la viabilidad de Kutxabank pese a su menor tamaño frente a los grandes.
Unicaja y su presidente Azuaga han demostrado que cuando se defienden intereses colectivos y sociales, por delante de cualquier ambición personal, se acaba imponiendo la razón y el sentido común para beneficio del propio banco y de la sociedad en la que se desarrolla. Y eso es lo realmente importante.
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