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«Unicaja da un golpe de timón y devuelve el control al bloque malagueño». Así titulaba el pasado viernes este diario donde ahora escribo. Hace 6 años, en esta misma columna, yo mostraba mi preocupación respecto a Unicaja Banco y mis temores sobre maniobras torticeras ... para supeditar los intereses generales de la economía de Málaga y su «músculo financiero» a los de algunos que han gestionado el banco como si fuera un cortijo. En ese momento (2017, salida a bolsa), señalaba que existía un peligro real de que un banco de gran envergadura entrara a saco en la entidad y en poco tiempo se diluyera en el entramado de su nuevo dueño. El riesgo era real, lo que pasa es que por fortuna el Sr. Medel no logró vender Unicaja al Santander para garantizarse un puesto en el consejo de administración de uno de «los grandes». 30 años reinando sin apenas oposición y haciendo y deshaciendo a su antojo, unido al peculiar carácter del expresidente de la fundación bancaria, le llevó a creer que todo lo puede y nada lo para.
El Sr. Menéndez, el todavía consejero delegado que había subvertido los pactos de fusión con el apoyo de Medel y gran parte del anterior consejo de administración, implantó su «estilo» de gestión: sumiso con los clientes poderosos, y despiadado con los trabajadores del banco y con los clientes modestos. Los resultados de la Junta General de Accionista del pasado jueves deben llevar a la dimisión de Menéndez y su equipo, y la toma de las riendas de la entidad por dirigentes que garanticen la gestión profesional, la vinculación territorial (red de sucursales, empleo, sede social en Málaga) y la vertiente social para los más desfavorecidos propia de un banco derivado de una caja de ahorros.
Creo que nos debemos felicitar todos. Sin la acción y constancia de los que han/hemos mantenido una oposición digna (y a veces solitaria e incomprendida) contra los despropósitos de estos dos señores y sus aliados, este cambio no habría llegado. Quiero destacar en especial el papel de algunos medios de comunicación valientes (no todos, sea dicho por respeto a la verdad), de los partidos políticos (algunos de ellos con titubeos, todo sea dicho), de los sindicatos, y de los 4 patronos dignos que han dado la cara en el seno del patronato de la fundación y sin cuya tarea esto no se hubiera logrado. Pero quiero mostrar, en especial, mi gratitud más sentida, a los casi 9.000 ciudadanos que con la adhesión a la plataforma que tuve el honor de promover («Salvemos Unicaja»), han apoyado sus acciones y propuestas. Es hora de mantener la serenidad, la dignidad, la prudencia y la generosidad, pero sin perder un gramo de memoria. Ha sido una satisfacción dedicar mis modestos esfuerzos en esta tarea colectiva en pro de la defensa de Unicaja y su debido compromiso con los intereses de la economía malagueña, andaluza y española. Esto demuestra que cuando hay valores y unión, las causas nobles se pueden defender con éxito.
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