Parecía imposible hace ahora un año, justo cuando el Jueves Santo, con el Cristo de Mena en la calle, Braulio Medel anunció su intención de abandonar la presidencia de la Fundación Bancaria Unicaja. Entonces, y hasta el pasado viernes, Unicaja Banco estaba en manos del ... bloque asturiano gracias a la alianza entre Manuel Menéndez, consejero delegado de la entidad, y el propio Medel, que consiguieron subvertir el pacto de fusión, que otorgaba un 60 por ciento a Unicaja y un 40 por ciento a Liberbank, con una prima de control que, teóricamente, otorgaba el liderazgo de la gestión a la entidad malagueña.
Es decir, Menéndez se hizo con el mando del banco gracias a Medel y a la colaboración necesaria de los cuatro consejeros dominicales que el mismo dirigía como marionetas (Juan Fraile, Petra Mateos, Manuel Muela y Teresa Sáez) y de algún personaje como el ex árbitro Antonio Jesús López Nieto, que utilizó su voto como patrono de la Fundación Unicaja en beneficio personal para proteger a Medel y garantizarse así la presidencia del Baloncesto Unicaja. Ningún título deportivo ni ninguna victoria podrá borrar ese pecado original de anteponer su beneficio a los intereses malagueños y andaluces que debía defender como representante de la Junta de Andalucía en la fundación bancaria. Sólo cuando vio que Medel se quedaba sólo, se cambió de bando, a cambio claro está de mantener sus privilegios.
El control del banco por parte de Menéndez y de ejecutivos procedentes de Liberbank sumió a la entidad en la mayor crisis de gobernanza y reputacional de su historia, hasta el punto de provocar inquietud en los reguladores (Banco Central Europeo, Banco de España y Ministerio de Asuntos Económicos). Se desmantelaron servicios, se deslocalizaron departamentos y, lo peor de todo, se dilapidó la cultura de buen gobierno de la entidad, la histórica paz social, la relación con trabajadores y sindicatos y el cuidado del cliente.
Cuando parecía que Unicaja Banco era carne de cañón, los accionistas arraigados en Málaga y Andalucía reaccionaron para salvar este buque a la deriva. La Fundación Unicaja, accionista mayoritario con más de un 30 por ciento del banco, reorganizó su Patronato bajo el liderazgo de su presidente, José Manuel Domínguez, y del director general, Sergio Corral. Ambos consiguieron lo que parecía misión imposible: reconstruir las ruinas que había dejado Medel y poner el foco en la recuperación del buen gobierno del banco, el quinto más importante de España.
A ellos se sumó la familia propietaria de Mayoral representada por Rafael Domínguez de la Maza, con un 8,5 por ciento de las acciones, y Tomás Olivo, con un 6,8 por ciento. Ambos han sido decisivos y estratégicos para que Unicaja Banco recupere la senda de la tranquilidad y, sobre todo, no pierda la identidad malagueña y andaluza.
La confluencia de estas entidades y empresarios en defensa de un bien común doblegó al resto de accionistas afines a Menéndez en una junta general de accionistas que tumbó a seis consejeros (cuatro dominicales y dos independientes) y recuperó la senda del buen gobierno con la mayoría del consejo alineado con el proyecto de fusión aprobado en su día y, lo que no es poco, con el sentido común.
El presidente Manuel Azuaga, que en algunos momentos del último año se encontró prácticamente con un consejo en contra, supo resistir casi de una forma heroica hasta que los accionistas dieron un golpe en la mesa. Sólo por ello se pudo llegar a una junta general histórica e inédita en la historia financiera de este país.
Si Unicaja Banco estuvo al borde la de la desaparición cuando Medel intentó venderlo al Santander, en el último año estuvo a punto de desvincularse de Málaga y Andalucía. Hoy por hoy, después de la junta general, el banco recupera su vínculo malagueño y su vocación de banco nacional bajo los valores de la paz social, la sensatez, la precaución y la rentabilidad. Ahora debieran desaparecer agravios territoriales, necesarios hasta ahora, y emprender un camino de modernización de la entidad.
Han sido muchas las personas y entidades que han aportado su grano de arena, desde todos los sindicatos hasta la plataforma ciudadana liderada por Pedro Moreno Brenes, hasta líderes políticos como Francisco de la Torre, Francis Salado, Juanma Moreno, Noelia Losada y Nadia Calviño, pasando por instituciones, entidades y partidos políticos o patronos como Patricia del Cid, Pedro Fernández Céspedes y José Antonio Fernández y algunos otros que por olvido o espacio no se mencionan aquí. También ha habido silencios atronadores que señalarán para siempre a aquellos que optaron por ponerse de perfil.
Y entre ellos, la mayoría de los medios de comunicación, que decidieron inhibirse del asunto antes que ejercer el periodismo. Porque no hay que olvidar que la junta general celebrada el jueves culminó una tarea titánica: parar los pies a Menéndez y Medel, los dos últimos todopoderosos de la etapa de las cajas de ahorros, cuyo poder en Andalucía y Asturias y su control de la clase política durante décadas parecían convertirles en intocables. Y sí, se consideraban invencibles. Hasta ayer.
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