Unicaja: no hay nada atado
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Medel ha renunciado. A medias, de forma sinuosa, adornando la medida, o más bien disfrazando la realidad, con el diseño opaco que ha sido su seña de identidad durante demasiados años. Eran muchas personas las que me aseguraban que no se iría por dimisión, sino ... solo por su destitución a golpe de votos en el patronato. Se equivocaban. O no. Porque lo que resulta evidente es que, en ese deseo mostrado en su comunicado, de conciliar los intereses institucionales y personales en su renuncia a la presidencia de la Fundación Bancaria Unicaja, prevalecen sus intereses personales. Como señala el interesado, la dimisión no se formalizará de inmediato, esperará «un corto periodo de tiempo que permita, con la mente puesta únicamente en el interés de la Fundación Bancaria, una transición ordenada». Alguien puede pensar que Medel aspira con esto a un proceso tranquilo y sin crispación, para dejar la fundación de la mejor manera posible. La fundación estaba, por desgracia, configurada a su imagen y semejanza; presidencialismo, opacidad y arbitrariedad. Por tanto, «ordenar», es más bien dejar todo atado, y bien atado, como aquel funesto inquilino de El Pardo durante 40 años.
¿Y cómo piensa mantener el mando desde fuera? Pues sin escrúpulos (es un especialista consumado) y con un sucesor que le garantice impunidad y que su 'buen' nombre quedará inmaculado. Recuerden otro pasaje de su misiva de dimisión: nadie debe tener la menor duda de la recta gobernanza de la fundación. Se quiere 'ir' mandando y en olor de santidad. Y lo malo no es lo que él quiera, lo perverso es que lleva tantos años consiguiéndolo por la colaboración de una parte de dirigentes políticos anclados en una mezcla de admiración y miedo hacia lo que hace y lo que calla el antiguo profesor de Hacienda Pública.
La hoja de ruta para salvar a la fundación y al banco Unicaja. Hay que cortar de raíz su principal pretensión: la designación de su sucesor. Y si pensaba en el señor Pascual, actual patrono, los dirigentes de las instituciones y de los partidos deben responder con un rotundo no por un elemental respeto a su propia dignidad (la personal y la colectiva). La solución no puede estar, por ética y estética, en quien ha sido colaborador necesario y entusiasta de quien ha generado el problema. Hay que instar la dimisión de sus incondicionales dentro del patronato (y puede que lo hagan para intentar salvar sus responsabilidades), revocar la propuesta de nombramiento de los cuatro consejeros dominicales de la fundación en Unicaja Banco y solicitar una reunión de la junta de accionista para nombrar nuevos consejeros. En otras palabras, hace falta valentía de todos los implicados (instituciones, partidos y accionistas), e iniciar la valoración de personas de reconocido prestigio y honorabilidad para ocupar esos puestos, con el objetivo final de la toma de las riendas de la entidad por dirigentes que garanticen la gestión profesional, la vinculación territorial (red de sucursales, empleo, sede social en Málaga) y la vertiente social para los más desfavorecidos propia de un banco derivado de una caja de ahorros. Estamos a tiempo.
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