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El dolor es un domingo por la tarde. La luz a la que se le ha parado el reloj. Una herida en el tiempo. La ... vida como camino de vuelta. La plenitud que no fue. Francisco Umbral en la muerte de su hijo Pincho.
El niño falleció en julio de 1974 con seis años, a causa de una cruel leucemia. En la glorieta de su sufrimiento, el escritor finalizó su libro 'Mortal y rosa' entre noviembre y diciembre del mismo año. Lo publicó en la editorial Destino en la primavera de 1975. El mismo año en el que vieron la luz grandes obras como 'La verdad sobre el caso Savolta' de Eduardo Mendoza, 'El libro de arena' de Borges o 'El otoño del patriarca' de García Márquez. Ahora celebramos el quincuagésimo aniversario de la publicación del libro con el que Umbral alcanzó la cima de la literatura. La crítica pasó de largo en su día. Un joven Chirbes vomitó en una revista: «Lo literario se diluye, se confunde, se pierde».
Lo primero que llama la atención en Umbral es que su dolor y sufrimiento no se refugiaron en el silencio, como ocurre en tantos escritores. Todo lo contrario. Escribió y sentó doctrina: «La alegría es un camino más corto. El dolor es un laberinto con angustia de perderse. La alegría nos lleva en línea recta y eso vale más que la alegría misma. Pero el dolor duda continuamente, vuelve atrás, como una bestia sombría que no acaba de aprenderse el viejo camino». 'Mortal y rosa' es un puzle literario. El lector reconoce cada una de las piezas con sus pestañas, perillas, protuberancias, bucles, salientes, llaves, machos y se asombra con el resultado. El hijo fallecido, se convierte en nuestro hijo. Su dolor es el dolor de todos. Cualquier hombre sufriente en su ser, entiende esas palabras. Identificarse con ellas ahuyenta el fantasma de la soledad y la incomprensión que puede sentir cualquiera de nosotros cuando caemos bajo la dictadura del sufrimiento. El no saberse diferente como ser doliente es un primer paso para que éste pueda ser soportado. 'Mortal y rosa' no es sólo una bella elegía, la gran elegía en prosa de la literatura española. Es un aullido de dolor por la muerte contra natura. Umbral lame sus heridas con la lengua rugosa del gato.
Con la distancia del tiempo nadie duda en que es una obra maestra, su obra maestra. De todos los libros de Umbral, casi doscientos, es el único que no requiere ser destripado para conocer sus entrañas. Es un tratado de humanidad con la literatura como aliada. Nos descubre a la metáfora como el mejor analgésico. Esta primavera con dolor de lluvia debería denominarse 'Umbral y rosa'.
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