Borrar

Los hechos son el ultimátum

POR AHORA ·

Domingo, 30 de agosto 2020, 10:13

El ejercicio de la responsabilidad política democrática no puede resumirse o contenerse por entero en la palabra gestión, pero ello no quiere decir que no haya que gestionar las situaciones, los proyectos y las obras. El Gobierno de la Nación recibe el respaldo de las Cámaras para constituirse y, a partir de ese momento, asumir una serie de responsabilidades, competencias y prerrogativas y responder de ellas, de su resultado, efectos, así como la valoración ciudadana de su ejercicio.

La irrupción en España de virus y la enfermedad declarados como pandemia por la OMS tiene su propio desarrollo, acciones y resultados. Desgraciadamente los contagiados, los hospitalizados, los pacientes de UCI encamados y los fallecimientos, son magnitudes que, en el caso de España, han alcanzado unos números tan elevados que nos han situado a la cabeza, tanto en Europa como en el mundo. Ante lo que ya sin ambages se considera una segunda oleada, volvemos a liderar el porcentaje de contagiados, enfermos y fallecidos, en relación al resto de países europeos y del mundo. Paradójicamente, más allá de la sospecha insistente de haber llegado tarde el 14 de marzo pasado, hemos tenido las condiciones más duras de confinamiento y restricciones y obtenido los peores resultados. En estos momentos, las normas de uso generalizado de mascarillas, la limitación de aforos públicos y hasta privados, el cierre de sectores, como el ocio nocturno, discotecas, la prohibición de fumar, etc. también son los más restrictivos de nuestro entorno con diferencia. Pero los efectos buscados de aminoramiento de contagiados y enfermos no sólo no se consiguen, sino que volvemos a padecer los peores porcentajes de cualquier ámbito geográfico. Se diga lo que se diga, el nivel de cumplimiento de las normas limitadoras de la normalidad para hacer frente a esta enfermedad es masivo y, con episodios aislados de actuaciones de desobediencia, como en todas partes, podemos afirmar que hay un comportamiento generalizado muy serio y disciplinado de los ciudadanos.

Todo ello nos lleva a mirar a los responsables, al Gobierno y a su Presidente, recién llegado de vacaciones, y preguntarnos por la continuidad de un equipo, por cierto con más ministros y asesores que nunca en la historia, cuya gestión es objetiva y aritméticamente la peor de las existentes. La democracia es controversia y debate y argumentos siempre hay para casi todo, pero el hecho de ser el país de mayor contracción económica de Europa adereza de forma dramática la constatación de que tenemos un gobierno incompetente. En la vida, las tareas, las instituciones públicas y privadas, las empresas o cualquier empeño a cuyo frente haya un equipo que obtiene malos resultados, o pésimos -como en nuestro caso-, instan y producen invariablemente el cese del mismo.

Pedro Sánchez no puede seguir ensayando, tampoco alternando sucesivamente la descentralización de decisiones y la asunción propia de las mismas, ni indicando que no va con él. Todo hace pensar que negarse a depositar en un comité de expertos las medidas a tomar es una auténtica barbaridad que España está pagando muy caro. El riesgo cierto es la enfermedad, su evolución y los perniciosos efectos humanos, sociales y económicos, que nos están haciendo perder el futuro. Estamos agotados y no se ven luces, los hechos son ya en sí mismos un auténtico e imparable ultimátum.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Los hechos son el ultimátum