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Martes, 4 de febrero 2025, 01:00
La imposición de fuertes aranceles con la que amenaza Donald Trump tuvo ayer un doble efecto. Logró agitar los mercados y, con ello, mejorar el valor del dólar, pero también dejó al descubierto sus cartas en la negociación: la advertencia de aplicar una recarga del ... 25% a los productos procedentes de México, uno de los grandes socios comerciales de Estados Unidos, quedó aplazada a las primeras de cambio, en cuanto Trump obtuvo réditos en otro campo que le interesa tras una conversación telefónica con su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum, que se ha comprometido a desplegar su ejército en la frontera para frenar la inmigración y el narcotráfico. De momento, la batalla comercial con su vecino del sur entra en una especie de tregua, a la espera de lo que el magnate decida hacer con Canadá, China y una Unión Europea que se conjura para lo que pueda venir. Con la eventualidad de que el presidente de EE UU exima de sus avisos a países gobernados por partidos afines.
Donald Trump parece a punto de traducir sus reproches a la UE en su resistencia a incrementar el gasto en defensa como él quiere, una cuestión que depende de la legítima y necesaria deliberación que siguen los países socios. La guerra arancelaria declarada por el presidente estadounidense obedece a un cálculo próximo a la sinrazón. La Europa afectada en sus sectores exportadores debe preguntarse si someterse a las exigencias de Washington, en cuanto a una asunción creciente de los costes en seguridad continental frente a amenazas que la nueva Casa Blanca parece revisar casi a diario, guarda algún sentido. También le toca a la Unión Europea plantearse la conveniencia de plantarle cara con las mismas armas, como propone Emmanuel Macron, entre otros mandatarios: mayores gravámenes a los productos de Estados Unidos para persuadir a su antaño aliado de la ineficacia de un proteccionismo desproporcionado, un choque del que se podría aprovechar China, avisa la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas.
Ayer Trump pudo acabar el día satisfecho con la revalorización del dólar -el BCE está emplazado a proteger el euro- y con la subordinación del Gobierno de México, como ya consiguió con el Ejecutivo colombiano de Gustavo Petro al asumir las deportaciones. En este pulso, la Comisión Europea debe favorecer que sus empresas puedan competir en la globalidad que discute el líder de EE UU, que exige a los socios comunitarios que le compren más gas y coches.
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