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Domingo, 12 de enero 2025, 01:00
Donald Trump ha convulsionado la escena internacional al convertir su marca electoral 'Make America Great Again' en toda una inquietante declaración de intenciones fuera de ... sus fronteras. En su reválida como presidente, pocos podían imaginar que la búsqueda de ese 'Estados Unidos más grande' iba a derivar en un afán expansionista que mira de una tacada a Canadá, Groenlandia, Panamá y México, donde la advertencia cobra mayor presión por la crisis migratoria. Está por ver si sus ansias imperialistas, trufadas por la amenaza del uso de la fuerza cuando habla de recuperar el control del Canal o las riquezas de la isla del Ártico, constituyen un órdago real, lo que podría detonar una crisis de colosales proporciones, o responden a una calculada provocación para negociar con esos países desde una posición de fuerza. Por más que el magnate sea dado al estrambote, sus aspiraciones desatan el desorden mundial, en una maniobra que ha saltado a Europa de la mano de Elon Musk, su mano derecha en el regreso a la Casa Blanca.
Vuelve aparentemente más fuerte porque esta vez lo hace con el apoyo del hombre más rico, y quizás influyente, del planeta. Aunque sea una asociación que podría implosionar por la fuerte personalidad de ambos y la volatilidad de sus estrategias -Trump se deshizo en cadena de estrechos colaboradores en su primer mandato, mientras que Musk apoyó a Obama en su estreno presidencial-, el tándem que dirigirá Estados Unidos a partir del 20 de enero ha puesto en práctica su capacidad de influencia en Europa, hasta ahora territorio aliado. El presidente electo, el primero que tomara posesión del cargo convertido en delincuente por el 'caso Stormy Daniels', parece haberse apoyado en el empresario tecnológico para desestabilizar al Reino Unido, Francia y Alemania. Frente a la cautela expresada por la Comisión Europea, que ha evitado el choque directo, los mandatarios de esos tres países censuraron sus injerencias políticas.
El problema es que el presidente francés Macron y el canciller alemán Scholz están casi más de salida, debilitados electoralmente por el auge de una ultraderecha que Musk se ha ocupado de alentar. Es más que preocupante que su complaciente entrevista en su red social X a la extrema derecha alemana, en realidad todo un lavado de cara, haya disparado sus expectativas de voto. Europa necesita en este momento de crisis liderazgos fuertes que neutralicen la complicidad con el populismo que abandera Trump.
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