Trump

Lo de Trump no es el pensamiento. Lo suyo es la agresividad sin límites contra quien le tosa, sea ciudadano de EEUU o seamos el resto de los mortales. A los fiscales que intentaron procesarles, ni agua. A sus partidarios que asaltaron el Capitolio, se les indulta. Y con su vecino del sur (3.145 kilómetros de frontera con Estados Unidos), en su primer día de mandato, mediante órdenes ejecutivas, designa los cruces de migrantes como una emergencia nacional, lo que implica un despliegue del ejército en la frontera sin contar con el Congreso, a pesar de que en 2024 los cruces ilegales bajaron por la acción de México. Y la medida de retoponimizar el golfo de México para denominarse golfo de América (no se entera de que su país es Estados Unidos de América, no América), es de esperar que sea desautorizada por el Grupo de Expertos en Nombres Geográficos de Naciones Unidas. Pero quizás ese el problema. A Trump le sobra el Derecho Internacional, y por eso no ha tenido empacho en mostrar su voluntad de incorporar a su territorio el Canal de Panamá, Groenlandia y a su vecino Canadá, sin descartar el uso de la fuerza, obviando el 'pequeño' detalle de que la Carta de la ONU, desde 1945, prohíbe el uso de la fuerza en las relaciones estatales. Y en el caso Groenlandia (que pertenece a Dinamarca), la OTAN no podría defenderla de una ocupación de EEUU, ya que solo responde frente a agresiones de terceros. Y por si fuera poco, el Tratado de la Unión Europea (art. 42.7) no implica ayuda militar en el caso de que un Estado miembro sufra una agresión.

Confiemos en que ese gran pueblo que ayudó a Europa a librarse del terror nazi-fascista esté a la altura, y junto a sus instituciones, pongan coto interno y externo al desvarío de su presidente.