El sitio de mi recreo

La tristeza de Feijóo

Domingo, 2 de febrero 2025, 01:00

La tristeza es un libro prestado. Una vida escrita por otro. El silencio con ojeras. La política con pereza. Alberto Núñez Feijóo encerrado en su despacho.

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Esta semana hemos conocido la nueva mayoría parlamentaria 'ómnibus', con el PP como miembro destacado. Finalmente apoyará el nuevo ... decreto del Gobierno pactado con Junts, en contra de lo que había defendido sólo unos días antes. Caminante, no hay camino, se hace camino al cambiar, recitó el líder popular. Al cambiar se hace camino, y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Los argumentos de su sorpresivo giro fueron ortopédicos. Ideas con escayola y muleta. Le compró todo el marco teórico a la factoría Moncloa. En un contexto político de corrupción en las escaleras del sanchismo y de una enfermiza dependencia de Waterloo, Núñez Feijóo dio su «sí quiero».

Muchos líderes de la derecha española desprecian a su base social. Tratan a su electorado como si de niños se tratasen. Prefieren heredar el poder a merecerlo. Se creen mejores. La crítica política cansa y se cansa. Piensan que la sociedad es la que tiene que hacer el trabajo sucio de señalar la desnudez de un Gobierno que por ejemplo grita a los cuatro vientos que «la economía va como un cohete», y los ciudadanos necesitan el descuento de unos pocos euros en el transporte para llegar a final de mes. La derechita no se siente en la obligación de desmontar el bulo del escudo social y las incongruencias de unos socios que se sostienen mutuamente para no besar la lona del cuadrilátero. Apuestan por esperar, mientras algunos periodistas y jueces se la juegan. Lisonjeados por las empresas de encuestas, las mismas que los engañaron en el pasado 23J, y por su particular equipo de opinión sincronizada debidamente engrasado, están cómodos en sus burladeros observando los toros pasar.

Alberto Núñez Feijóo está empeñado en sobrevivirse, hipotecando las posibilidades de cambio en el escenario político español. No se entrega de forma generosa a la labor de reconstruir el espacio de centro-derecha que necesita para alcanzar el poder. Olvida su labor clave en la batalla cultural que exige su base social. Muestra tibieza con sus correligionarios que creen que los secesionistas les darán la llave de la Moncloa o que los libertarios son sospechosos. Calla cuando debe hablar, cambia cuando debe ser firme. Su viaje al centro de la nada es un destino vacío y triste.

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Su equipo vive en el número trece, calle Melancolía. Quieren mudarse hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intentan ha salido ya su tranvía. En la escalera se sientan a silbar su melodía, como escribió Joaquín Sabina.

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