28F triste
INTRUSO DEL NORTE ·
Sin musilla y en guerra no apetece levantarseSecciones
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INTRUSO DEL NORTE ·
Sin musilla y en guerra no apetece levantarseQué tristes son las guerras, como ya nos avisó Miguel Hernández. «Tristes guerras si no es el amor la empresa, tristes, tristes guerras». Va teniendo ... el cronista ya esa cara envejecida y melancólica de no haber aprovechado mejor el mundo, cuando pudo. Pero es una experiencia personal, ya digo, que hay que estar, sí, con los que sufren. No sé de qué manera, pero hay que estar. El día de los primeros bombazos llamé a Tati, que me contestó mientras preparaba jureles y me explicaba, como ucraniana, lo que podía pasarle a los suyos. Cerca de la frontera de Polonia. Reía con nerviosismo, que es la mejor manera de llevar, o al menos sobrellevar, las catástrofes.
Es verdad que en esta parte del mundo, en esta esquina del paraíso, hemos visto más la nieve que a los rusos, que sabemos dónde están pero nunca los identificamos con el cristal tintado en las autopistas de peaje. Por eso mismo, teorizar ahora sobre la pusilanimidad de Europa es un circunloquio, una perdida de tiempo y así. Pero cuando parecía que el mundo salía de la peste, llega la plaga de la guerra, que no es otra cosa más que algo de lo que Hegel nos avisó sobre la Historia y que Santiago Molina explica con un servilletero.
Con respecto a Ucrania no sé qué puede hacer un lector común hoy, día de la región, con la primavera a medio estrenar y a días de que conmemoremos la jornada en la que nos encerraron y Simón entró en nuestras vidas. Digo que poco se puede hacer, pero al menos mantener la postura crítica de que ese pacifismo con banderas comunistas que vimos pasearse el otro día era poco más que un contrasentido. Que si la OTAN hace poco, peor nos iría sin OTAN. Que de entrada, siempre.
El mundo está como está y ya no nos infartan estas guerras intestinas del Partido Popular, lo que pase mañana, ni que en la ciudad nos vayan tirando los proyectos. Los proyectos cargados de futuro. Cuando menos lo esperábamos apareció Putin en los televisores y se jodió el Perú. Ahí anda en la televisión del Farid, mientras la Humanidad devora pitufos por la intersección entre Calle Valera y la larga carretera a Barcelona. Y hay silencio. Un silencio que duele.
Yo creo que fui joven hasta que, como ya he dicho, entró la pandemia. Y ahora la guerra. Como dice Antonio Burgos, «¿qué más nos puede pasar?». Hay días, como hoy, en que sin musilla no apetece ni levantarse. Y lo peor es que días como el de hoy van ya demasiados. Se me está yendo el sueldo en benzodiazepinas y libros de autoayuda. Jamás creí que iba a caer en esto... Y sin embargo, para completar el cuadro se nos ha muerto el gran Manzorro.
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