El tren de Paco

Aquí somos más del chau chau, de no señalarse, de quejarnos de manera airada y de ladrar nuestros agravios cual desahogo colectivo... Pero a la hora de la verdad, hacer, lo que es hacer, entre poco y más bien nada. Siempre esperamos a que otros, ya sea una autoridad o una administración, nos saquen las castañas del fuego; y el que puede bichea para que un amigo en tal o cual despacho le haga el favor, para uno mismo. Así somos, nos guste más o menos.

El personaje que nos ocupa no es de ese tipo. La causa de su rebeldía es el deterioro en la calidad del servicio del tren de la Costa, del que es usuario a diario desde el año 1988. También podrían serlo las listas de espera para una cita médica; el hecho de que muchas administraciones sigan exigiendo cita previa para atender de manera presencial a los ciudadanos; o la suciedad de todas las calles que no estén en el Centro. Pero su causa es el transporte público. Paco Moya, a quien este periódico bautizó hace unos días como el «azote de Renfe», no es más que un ciudadano normal, orgulloso vecino de Torremolinos de 52 años, que ha conocido épocas mucho mejores del C1 y se niega a tragarse el sapo del «esto es lo que hay».

Desde un asiento que lleva meses roto hasta el agravio comparativo con otras regiones; pasando por la falta de información sobre los retrasos y las cancelaciones, las averías recurrentes y la falsa impresión de modernidad, de esos tornos que supuestamente se abren con códigos QR, pero que la mayoría no tienen... Nada escapa a la mirada crítica de este apasionado Quijote del ferrocarril, que a base de rechazos ha aprendido a enmendar la plana a Renfe, con varias resoluciones favorables incluso del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno.

Berta González de Vega, compañera periodista y también usuaria del tren, refiere una anécdota ocurrida poco después de la publicación de aquel artículo sobre sus andanzas, y le agradezco mucho que la haya compartido. Tras la enésima avería y el retraso de un tren de Cercanías en plena hora punta de la tarde, una señora citó el ejemplo de «un tal Paco Moya, que es el azote de Renfe». Si hubiera algunos más como él, luchando por sus derechos y reivindicando la calidad necesaria de los servicios públicos, otro gallo nos cantaría a todos...