Sr. García .

La trastienda del PP... y del PSOE en Andalucía

CARTA DEL DIRECTOR ·

Juanma Moreno prepara el terreno para adelantar las elecciones y para reorganizar su equipo tras la marcha de Bendodo a Madrid

Manuel Castillo

Málaga

Domingo, 10 de abril 2022, 01:15

Juanma Moreno Bonilla no tenía muchas ganas de deshojar la margarita de un adelanto electoral en Andalucía. Se encontraba tan cómodo en su papel que no veía necesidad de convocar unos comicios con los que renovar su mandato. De hecho, planificó una ruta por toda ... la comunidad autónoma para celebrar los consejos de Gobierno y, de paso, presentar sus logros. Lo hizo en Almería, Cádiz, Huelva, Linares y Carmona. Y tiene previsto continuar en Córdoba, Málaga y Granada. Cada día que pasaba mejoraba sus datos y se consolidaba como el líder político mejor valorado de la región. Pero la crisis de su partido, con la salida de Pablo Casado tras su pugna fratricida contra Isabel Díaz Ayuso y la entrada triunfal de Alberto Núñez Feijóo, ha coincidido con la sensación de ciclo acabado y la posibilidad cierta de la conveniencia de un adelanto electoral. Moreno Bonilla es hoy un surfero que aguarda la ola perfecta. Y todo hace indicar que esa ola llegará antes del verano.

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Pero el nuevo PP, aunque intenten disimularlo, ha zarandeado la trastienda del PP de Andalucía por el nombramiento de Elías Bendodo como coordinador del partido a nivel nacional. Nunca hasta la fecha el nombramiento de un número tres se parecía tanto al nombramiento de un número dos. Y pocos dudan de que Bendodo, acostumbrado a mantener el equilibrio incluso haciendo malabares, sabrá comportarse como un número tres y mandar como un número dos. Su ascenso meteórico ha puesto, y está poniendo, a prueba la relación entre Moreno Bonilla y Bendodo, fraguada desde la juventud y consolidada a lo largo de los años, especialmente ahora en San Telmo.

Bendodo no ha querido dejar pasar este tren y se ha subido sin mirar atrás, convencido de que este paso le llevará pronto a un ministerio del Gobierno de España y, con ello, a las mayores cotas de una carrera política marcada por la buena estrella y por algo poco habitual: nunca ha estado en la oposición. Desde que entró en el Ayuntamiento de Málaga siempre ha desempeñado tareas de gobierno. Por contra, Juanma Moreno vivió la experiencia de la invisibilidad política cuando estuvo en la oposición en Andalucía frente a Susana Díaz. Y eso no se olvida.

Por eso a Moreno Bonilla no le ha hecho gracia la salida de Bendodo y le ha sido imposible disimular, incluso públicamente, su contrariedad. Sabe que se la juega en las próximas elecciones, a pesar de la confianza que tiene en ganarlas. Moreno Bonilla y Bendodo han configurado uno de los tándems más sólidos de la política española. Basado en la amistad, pero también en personalidades que se complementan y que les permiten gestionar los roles, los estatus y también los inevitables egos. Son dos gallos en un mismo corral, competitivos y con ambiciones políticas, pero con la habilidad de complementarse. Y a veces de soportarse. Eso dice mucho, y bien, de ambos. Por ello no extraña que hayan sido capaces de mantener un gobierno de coalición con las veleidades de Ciudadanos y con el apoyo de Vox.

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Ahora –cuando acabe esta legislatura– tomarán caminos diferentes, pero seguro que se volverán a encontrar. Quién sabe dónde y con qué responsabilidades, pero no hay que descartar nada. El PSOE también está a la espera de una buena ola, pero llevan muchos meses con calma chicha. Sobre todo porque la designación de Juan Espadas como secretario general y candidato a la presidencia de la Junta apenas ha levantado los ánimos en las filas socialistas. Quizá debido a este marasmo político de Espadas el PSOE está decidido a embarrar a toda costa la política andaluza, ignorando que su pasado es una mochila tan cargada que les sumerge constantemente en contradicciones difíciles de explicar.

El PSOE de Andalucía corre el riesgo de perderse en una espiral de confrontación. Intentar judicializar las contrataciones de la Junta durante la pandemia, por ejemplo, es más un síntoma de nerviosismo que una necesidad. Y los datos de las últimas encuestas sobre el futuro del PSOE –con peores datos que con Susana Díaz– no ayudan precisamente a calmar los ánimos. El electorado –que se lo pregunten a Pablo Casado–, además, ha aprendido a detectar las marrullerías políticas y empieza a tolerarlas con dificultad.

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De hecho, llama la atención la distancia entre la actitud del PSOE-A y la que viene desarrollando desde hace meses el secretario general de Málaga y portavoz socialista en el Ayuntamiento, Dani Pérez, más volcado desde la oposición en construir que en destruir. Lo evidente es que vienen curvas electorales y la política y algunos políticos, desde un lado y otro, sacarán lo peor de sí mismos convencidos de que el fin justifica cualquier medio. Y no es así.

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